Review: Drag x Drive es un lindo experimento sin mucho contenido ni relevancia
El nuevo exclusivo para la Switch 2 es un juego que muestra una idea que nunca antes se había visto, pero con una ejecución que adolece de personalidad como para ser un clásico.
Drag x Drive es el típico juego creado por Nintendo para justificar el gimmick de su última consola. A veces este modus operandi nos entrega clásicos eternos como el Wii Sports, otras veces trae grandes juegos caídos lamentablemente en el olvido como Nintendoland y otras veces salen juegos injustamente subvalorados como es el caso de ARMS.
Todos ellos comparten en su ADN tres elementos fundamentales: un sistema de control nunca antes visto, un diseño visual lleno de carisma y un gran valor de rejugabilidad en el tiempo.
Drag x Drive es el último juego de la línea “juegos con gimmicks” de Nintendo y lamentablemente solo cumple una de esos tres elementos: el del sistema de control original, cometiendo el grave error de dejar los elementos visuales y de rejugabilidad en un tercer plano, tanto así que a ratos no parece un juego de Nintendo.
Drag x Drive es un juego que utiliza de manera muy innovadora los nuevos joy-con y su función como punteros de mouse, uno de los sistemas que ciertamente elevan el precio de estos nuevos controles pero que no se les ha sacado el jugo lo suficiente aun para justificar su existencia.
Así es como Drag x Drive existe solo para demostrar que se puede hacer algo innovador cuando cuentas no solo con uno sino que dos mouse en tu poder, algo que es totalmente imposible de encontrar en ninguna otra consola.
El juego se resume en palabras simples como partidas de básquet pero en sillas de ruedas. Y para controlarlo, de manera inmersiva, nuestras manos se encargan de mover cada una de las ruedas de la silla a través de movimientos de arrastre con el mouse. Si queremos girar hacia la izquierda, por ejemplo, debemos pivotar moviendo con la mano derecha nuestra rueda imaginaria.
Si queremos avanzar hacia adelante, tenemos que arrastrar ambas manos en movimientos continuos, o bien, con un arrastre bien largo. Podemos mover las ruedas hacia el otro lado y en general, en materia de controles, todo es no solo intuitivo, sino que de una precisión increíble.
Aprender a usar la silla es algo muy sencillo. Para lanzar la pelota, debemos levantar un brazo y hacer un gesto de lanzamiento. De nuevo, todo en tiempo real, con muy poco delay y bastante precisión.
Sobre el sistema de controles nada que decir, salvo señalar que, además de los controles, probablemente necesitarás de un espacio especial para jugarlo. Como necesitas de una superficie para deslizar los controles, necesitarás o una mesa al frente tuyo con un mousepad lo suficientemente grande como para usar ambos controles, lo cual es óptimo pero cansa, o bien, como terminé haciéndolo yo, deslizando los controles sobre mis propios pantalones.
Los controles de la Switch 2 pueden funcionar así, pero me imagino que depende mucho de la tela del pantalón o si los usas al fin y al cabo. Jugar con shorts o una falda ya debe cambiar la experiencia. Y por supuesta está el hecho de que no todas las casas tienen esa flexibilidad, de poder llevar una mesa frente al espacio donde está la Switch en el hogar.
Pero con esas salvedades, el control de Drag x Drive resulta ser intuitivo, creativo y hasta me habría gustado verlo usado en otro tipo de aventuras. Porque el principal problema de Drag x Drive es que es un sistema de controles divertido y que funciona, en un ambiente y un juego particularmente aburridos.
El modo principal de juego de Drag x Drive son partidas de básquetball 3 vs. 3, en una cancha muy parecida a Rocket League. Acá no hay faltas, la pelota no puede salir del campo pues rebota y la coordinación entre los equipos es clave. Incluso hay clases de personajes que son más ofensivos, defensivos o balanceados.
Tras 5 minutos de partida, el equipo que hace más puntos gana. Y eso es todo el juego. El hub es un parque donde puedes hacer algunas misiones extras en donde tendrás que hacer carreras, hacer trucos, saltar o derribar pinos, pero la carne del juego está en las partidas de baloncesto que muy rápidamente se vuelven algo tediosas.
Poco ayuda el hecho de que estéticamente el juego no tiene vida: es una estética algo futurista pero con colores opacos, personajes con cascos y en general todo el opuesto a los colores y diseños a los que Nintendo nos tiene acostumbrados.
Nada de Drag x Drive tiene un atisbo de personalidad, más allá de la posibilidad de personalizar personajes con una selección más de colores metálicos. Nada de este mundo está como para querer salir en un nuevo Smash Bros., por ejemplo.
Y quizás lo peor de todo es que esa misma falta de personalidad va en contra del hecho de que este es un juego online. Si bien sin conexión tienes la chance de jugar partidos contra bots y hacer algunos de los desafíos del parque, la gracia del juego es jugar partidos, y partidos y más partidos, a veces 3 vs. 3 y otras 2 vs. 2, pero eso, nada más.
Y esa falta de imaginación sobre el tipo de cosas que puedes hacer hacen que Drag x Drive sea un juego que, a la larga, esté condenado al olvido, sobre todo como un juego que se disfruta prácticamente online.
Sin un modo para enfrentarse en casa, su vida se acabará una vez que se apaguen los servidores. Y si bien es un juego de unos 23 mil pesos en su formato digital, lo que podría justificar que sea una experiencia menos densa que otros títulos de la compañía, tampoco es algo que vea crecer con el tiempo debido a lo extrañamente frío que es todo lo que trae.
Si el objetivo interno de Nintendo era demostrar cómo usar los nuevos controles en un juego original, sí, Drag x Drive cumple con eso. Pero de allí a lanzarlo como un juego exitoso, lamentablemente falta mucho para llegar a esa marca impuesta por la vara que la propia Nintendo le ha puesto a sus lanzamientos de forma histórica.
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