Por Paulo QuinterosReview | ROG Xbox Ally X, la consola que consolida el juego portátil premium por $999 mil pesos
Asus y Microsoft apuestan por redefinir la experiencia portátil con una consola que une la potencia de un PC con el ecosistema Xbox. Una evolución que no solo mejora a su predecesora, sino que también saca partido a la portabilidad en la era del juego cruzado.

Hubo un tiempo en que las consolas portátiles parecían destinadas a desaparecer. Tras la era dorada de la Nintendo DS y su sucesora, la 3DS, el mercado comenzó a languidecer, golpeado por la irrupción de los smartphones y la indiferencia de un público que ya no buscaba jugar fuera de su living o dormitorio.
Incluso la ambiciosa PlayStation Vita, más potente y avanzada, terminó siendo un recordatorio de que la tecnología no siempre basta para conquistar al público.
Entonces llegó la Nintendo Switch, y el paradigma volvió a girar. La híbrida de la gran N demostró que la portabilidad podía convivir con la experiencia de consola de sobremesa.
Su éxito fue tan abrumador que reabrió un espacio que parecía muerto: el de las máquinas portátiles con aspiraciones mayores. Y es que la Switch no solo rompió récords, sino que redefinió el valor del juego portátil moderno. Ese renacimiento impulsó a compañías como ASUS a intentarlo de nuevo.
En septiembre de 2023, la compañía taiwanesa presentó la ROG Ally, su primera gran apuesta en el terreno de los dispositivos portátiles de alto rendimiento.
La propuesta era ambiciosa: ofrecer la potencia de un PC gamer en las manos del jugador, con compatibilidad para plataformas como Steam, Epic Games Store y Game Pass. Sobre el papel, era una pequeña revolución: jugar Death Stranding desde el sillón —o incluso desde el baño— era una promesa demasiado atractiva como para ignorarla.
La primera Ally, sin embargo, llegó con luces y sombras. Su procesador AMD Zen 4 y su pantalla de alta tasa de refresco mostraban músculo, pero su sistema operativo se sentía incómodo en un entorno portátil. Las capas de personalización de ASUS apenas lograban suavizar la experiencia de escritorio, mientras que navegar entre juegos o tiendas se volvía engorroso.
Su talón de Aquiles también era evidente: la batería. La potencia del hardware drenaba la energía con voracidad, dificultando las sesiones largas sin depender del cargador. Era una consola prometedora, pero aún en busca de identidad.

Más de dos años después, ASUS decidió replantearlo todo.
La nueva ROG Xbox Ally X nace como respuesta directa a las limitaciones ya mencionadas, pero también como fruto de una alianza estratégica con Microsoft. Esta colaboración no solo le da un nombre más reconocible, sino que redefine su propósito: ya no es solo un PC portátil disfrazado de consola, sino una extensión natural del ecosistema Xbox.
Lo primero que sorprende en la Ally X es la fluidez de su interfaz. Microsoft ha integrado una nueva “experiencia de pantalla completa” inspirada en la apariencia de Xbox, la cual oculta gran parte de la estructura de Windows y acerca al usuario a la sensación de estar frente a una consola genuina.
Los menús, el acceso a Game Pass y las bibliotecas se muestran de forma más limpia y coherente, ofreciendo una experiencia mucho más intuitiva que la de su predecesora.
Además, el concepto de jugar en cualquier lugar cobra aquí un nuevo sentido. La posibilidad de retomar una partida justo donde la dejaste en tu Xbox Series X o tu PC —como me ocurrió con el juego de Indiana Jones— no solo refuerza la idea de continuidad, sino que convierte a la consola en el compañero ideal para quienes ya viven dentro del ecosistema Xbox.
Y en un mundo donde las bibliotecas digitales se expanden sin fronteras, la opción de seguir tu progreso sin depender de una sola máquina es uno de los avances más significativos de los últimos años en el campo de los videojuegos.

Claro que la realidad todavía tiene matices. No todos los juegos del catálogo de Xbox en consola están preparados para funcionar en esta versión portátil, ya que algunos no forman parte del programa Play Anywhere. Es decir, no todo está listo para retomar partidas en cualquier momento o plataforma.
Sin embargo, cuando la idea funciona, lo hace con una solvencia que impresiona. Y es que los juegos optimizados para el modo portátil se ejecutan sin necesidad de ajustes complicados, manteniendo resoluciones estables y una fluidez notable. Títulos recientes, como el mencionado Indiana Jones, demuestran que la combinación del hardware AMD Ryzen AI Z2 Extreme con una pantalla FHD IPS de 7 pulgadas a 120 Hz ofrece una experiencia visual de primer nivel.
En cuanto al rendimiento, la Xbox Ally X también marca una diferencia significativa frente al modelo anterior. Su nuevo sistema de refrigeración es más silencioso, el chasis se siente más firme y ergonómico, y la batería ofrece una autonomía más coherente con sus capacidades, sin recalentar en exceso la consola tras largas sesiones.
De hecho, en su máximo nivel de exigencia, con modo turbo, la batería alcanza poco más de hora y media de juego con los títulos más demandantes. En obras independientes o menos exigentes, la duración se extiende sin inconvenientes por mucho más.

En todo ese escenario, y más allá de que la consola da acceso fácil a la plataforma de Steam, buena parte de la experiencia de la Xbox Ally X depende también del uso de Game Pass. Esa suscripción convierte al dispositivo en una compañera ideal para probar nuevos juegos o retomar otros de manera inmediata.
Algunos títulos presentan tiempos de carga elevados en la instalación inicial -especialmente producciones exigentes como Forza Horizon 5-, pero la experiencia posterior lo compensa con creces.
Un pero es la decisión de ASUS de mantener una pantalla menos premium para contener los costos, una elección que puede decepcionar a quienes ya disfrutan de paneles OLED con negros perfectos en otros dispositivos portátiles.
La consola tampoco incluye un estuche de transporte, un detalle menor pero relevante considerando su tamaño y precio, que invitan a un cuidado mayor que simplemente llevarla en la mochila (Que es algo que en todo caso igual llevé a cabo para mostrarla a los colegas en el trabajo).
Aun así, el diseño de esta consola portátil está sin duda entre los más cómodos del segmento, cortesía de sus agarres inspirados en el mando de Xbox y un peso bien distribuido para no fatigar fácilmente la experiencia de portar la consola en las manos.

Y en todo ese contexto, más allá de las comparaciones con rivales como la Steam Deck, lo que primero impulsa a la Ally X es su versatilidad. Puede funcionar como consola doméstica al conectarse a un monitor o televisor mediante la entrada USB-C, lo que permite que también tenga una dualidad bien llamativa.
Claro que el segundo factor, y más importante, es su propósito. La ROG Xbox Ally X no intenta reemplazar a la consola ni al PC gamer: busca acompañarlos. Es el dispositivo que permite seguir una partida mientras el televisor está ocupado o disfrutar de un viaje sin desconectarse de tu universo de juegos.
Todo eso lo logra combinando potencia, conectividad y coherencia en un formato que, hace una década, habría parecido imposible. Es eso mismo lo que busca justificar su precio y a grandes rasgos lo hace, pues su condición adicional de dispositivo premium lo impulsa con el rigor técnico del PC y la simplicidad de una consola, bajo la premisa de que el jugador tiene el control total de su experiencia. Ese es su mayor plus.
A la larga, con este nuevo lanzamiento ASUS traza una dirección más madura y consciente de lo que significa el juego portátil moderno. La ROG Xbox Ally X representa un equilibrio entre potencia y practicidad, en una consola que no busca reemplazar nada, sino ampliar las fronteras de cómo, dónde y cuándo jugamos. Lograr todo eso, de la forma en que lo consigue, es su mejor carta.
La ROG Xbox Ally X ya está disponible en la tienda oficial de ASUS a un precio de lanzamiento de $999,990 pesos chilenos.
También está a la venta una versión ROG Xbox Ally, en resolución 720p, a un precio sugerido de $649,990 pesos chilenos.
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