Doctor:

Viví una experiencia que le quiero contar porque no sé qué hacer con un amigo.

Partimos a la playa a una despedida de solteros. Se casaba mi compadre e hicimos un grupo de ocho sociates. Llegaron minas, tomamos del odioso y hasta ahí íbamos chupetito. Pero me fui a negro. De lo que me acuerdo, me acostaron en una pieza, me echaron pasta de dientes en la frente y me pintaron con labial toda la guata. Cuando desperté me vi la cara y el cuerpo al espejo, pero lo peor fue lo que sentí en mi traste: un líquido que se me secó entre el calzoncillo y mis techecas.

Me imaginé cualquier cosa, pero uno de los locos, que no lo conocía, me señaló que me hicieron de todo. Me pasé rollos a mil por hora y logré identificar al autor. Mi vecino.

No le hice nada, pero en Santiago me comí a su señora. Ella era mirona y conocida en el barrio por tirar los calchunchos. No quiero ni preguntar lo que me pasó en el evento, pero por lo menos me vengué. ¿Está bien, cierto?.

LITO

Payaso:

¿Está enfermo del mate o creerá que jugaron a los tres hoyitos con su cuerpito? 

Sería muy tirado de las mechas que le hayan hecho morder la almohada en una despedida de solteros donde hay puros amigos. El único traicionero es usted, pues al cachar que tenía cremita dura en el traste se imaginó lo peor. Ordinario de mente, limitado, y hasta enfermo de pajarón. Eso le pasa por estar con la bebida viva en su cuerpo. Siempre al más curado lo tienen de punto y le hacen todas las tallas por habido y por haber. Pero nunca lo que se imaginó. 

Y su respuesta fue peor. Llegó donde la tabla del 1, por lo fácil, y le sopló la dama al que le hizo la broma. Ahora estará con doble cargo de conciencia. Uno por lo que supuestamente le realizaron y por lo que usted obró para sacarse los balazos. Sobre lo primero, ya le dejé claro que son puras películas, y respecto de la embalada con la mujer del otro, váyase de tollo y largue la verdad. Arranque, porque ahí sí que lo sentarán en la pica.