
Doctor:
Siempre he sido inseguro, pero en el último tiempo los celos me tienen al borde de la locura. Con mi polola cumplimos un año hace poquito y no tengo nada que decir de ella.
Pero me hierve la sangre que mi preciosa sea azafata y como es tan linda como una Barbie me la imagino sentada en las faldas del piloto, porque usted sabe que la mayoría de estos gallos son como un Ken con la mansa herramienta articulada.
Ella me dice que me ama y que jamás tendría ojos para otro, por mucho que sus colegas parezcan futbolista de Islandia, pero no hay caso.
Cada vez que le tocan viajes largos, como esos a Europa, no puedo dormir y por las noches me la imagino cómo los desgraciados le muestran la Torre Eiffel y la hacen gritar en el Arco del Triunfo. Ayúdeme o no sé lo que haré.
Titán
Mi angustiado:
Lo primero que debería decirle es que curar los celos sale más caro, porque no se le van a quitar con esas simples líneas que le entregaré y hace falta un tratamiento largo, muchas veces pegándose chirlitos en el tonto Morales para despertar de esas alucinaciones que enyegüecen.
Pero mire. Todo lo malo está en su cabecita, porque es ahí donde habita el director de película porno que le inventa guiones a la aeromoza del amor, ya sea encerrándose en el baño incómodo y arreglándole la corbata al piloto, mientras se cruza los brazos en la cabeza y dirige el pájaro, el metálico, sin manos.
Amigo, lamentablemente la confianza es una semilla que uno planta, riega y cuida. No se da sola, por magia. Hay que estar encima. Y si no le cree a su amada lo único que logrará es que se aburra. De usted depende.
Tus consultas y dramas de tipo amoroso pueden aparecer en la Ventanita Sentimental si las mandas a doctorcarino@lacuarta.com
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