Ventanita Sentimental

Con los gorditos no se pasa frío en el invierno

Estoy soltera hace tres años y el domingo pasado cuando andaba en el supermercado me puse a conversar con el gordito de la carne. Lo encontré simpático y le hallé sus cositas. El gallo cachó que le anduve calentando la sopa y me invitó a un pub. La verdad es que me le anduve corriendo, porque cuando se salió del mesón de la carne la guata le llegaba hasta la rodilla. Ahí todo mal, pero igual le acepté su propuesta, por último para salir a tomar aire.

Así que cuando partimos al local nos pusimos a conversar con pisco sour, cerveza y vinito. A las 12 de la noche me chambrié y, como ando dejadita de la mano de Dios, agarré a calugazos al guatón, hasta que me invitó a su departamento. Cuando caché a dónde iba, me anduve arrepintiendo. Se me pasó hasta la curadera, pero ya era tarde. Y ahí vino lo mejor, el supuesto obeso, resultó ser más ágil que cualquiera y en la cama fue bestial. Me dejó con los ojos turnios y pidiendo agua. Lo amo, pero mis amigas me molestan por su ponchera.

Lucy

Lucita:

Mire lo que son las cosas. No daba ni un peso por el guatón y casi la dio vuelta a punta de amor en el ring. No pesque lo que le dicen sus amigas y además, sin el ánimo de ponerme pechoño, piense que no todo en la vida es sexo y belleza exterior. El hombre que corta la posta negra en el súper puede ser un caballero por dentro y ahí es donde importa un pito que la guata le llegue hasta los tobillos. Más encima si en el catre se peina, no tiene por donde perderse. Siga su relación, mire que con tres años de sequía las polillas ya estaban haciendo campamento en las cercanías de su casa. Mucha suerte y sus amigas valen callampa si se burlan del gordito rellenito. Usted no pesque y disfrute a concho lo que le viene por delante.

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