Mi doc:

Soy de los que ando sapeando minas por todas partes. Les miro sus caras, sus bocas, sus manos… ¡y qué decir de sus queques y parachoques! Pero el otro día quedé pasmado con una mujer de unos 40 años. Estaba vestida de oficina y con un koyak naranjo que le costaba que entrara en su boca. Mientras lo chupaba, me cachó que le estaba echando el ojo. Y como que fuera con malicia, me miró y con la punta de su lengua hizo un gesto técnico con el caramelo que me cortó, doctor. Se lo juro de guata. De ahí salí casi arrancando y me llamó. Me preguntó que por qué huía de la situación. Le respondí que tenía que volver a la pega y que nunca la había estado mirando. Se puso a reír y me preguntó si yo comía koyak. Me hice el que no cachaba nada.... Pero caí y le dije que cuando niño era un campeón (una pelota de dulce del porte de una papa). “¿Viste?”, me respondió y agregó que a ella le encantaba, porque con eso practicaba para hacer feliz a un hombre. Me despedí y me fui caminando despacito. No podía más. Ahora, la veo siempre, me mira y se ríe...Y me llama. Claramente que no voy. Me dio miedo. Porque creo que si voy, me come vivo y no sabría qué hacer. Se ve una dama con experiencia. ¿Voy?

PELADO

Hombre de poco pelo: 

Lo de las muñecas que hacen eso en un lugar público y sin pudor ante un desconocido me huelen más raro que DJ Méndez chascón. Es que aunque ella se vea distinguida a mí no me cuaja. Consejo: no se tiente. Cámbiese de barrio para ir a sacar la vuelta y así evita a esa hembra. Lo más seguro es que si usted llega a aceptar un encuentro, lo va agarrar en su casa o en un motel y lo va a reventar. O lo dejará tan seco que no tendrá ni para pegar una estampilla, o lo va amarrar en una cama y perderá el juguete que le sirve para hacer sus necesidades. En serio, mi amigo. Me huele demasiado raro. Capaz que ella ande buscando califas que caigan. Pero está la otra cara de la moneda. Es decir, puede que se encuentre con una diosa de esas que lo envalentonan y que con artes eróticas le enseñe a dar lo mejor en el ring de cuatro perillas, para que dé más y más y una y otra vez... Sería linda la historia. Pero, señor cabeza de papa, eso es pura ficción y ya le di el consejo para que no corra riesgos. Ah, y no sea tan mirón. Le puede jugar en contra e incluso puede atentar contra su integridad física. Imagínese sapear a una infartante negra con un colaless milimétrico y cuando mire para otro lado será para recibir un cornete que lo dejará más sentado que los alumnos de la escuelita de “Morandé con Compañía”. Será el combo de un marido con los puños más grandes que las callaguaguas de la señorita Tetarelli.