Señor Cariño: 

Vivo en un edificio al lado de la piscina municipal. Le prometo que no soy loco ni de esos enfermos que aterrorizan a las damas.  Ahora le cuento mi historia. Entro a las 7.30 a la pega y salgo a las 15.30. Ahora en verano llego a mi casa al tirante. Y ahí la veo a ella: un traje de baño rojo, infinitamente delgado, ceñido, en una chiquitita  acinturada como avispa. Debe tener unos 24 años.

Día por medio la veo en la piscina. Es que ella no se pierde su itinerario que parte con su llegada al pasto, la estirada de su toalla, las manos en la cartera, saca su libro rojo y se desabrocha la parte de arriba del bikini y se pone de guatita.

Lo último es lo que me convirtió en un “sicópata’’. Un día no aguanté más y cuando ella levantó sus cosas, bajé rajao y me instalé en la entrada de la piscina. Ahí la vi de cerca. La saludé y le pregunté la hora. En tres minutos ya conversábamos otros temas.

Hemos ido hasta la piscina juntos. Pero mi drama es contarle o no cómo la había visto desde mi balcón. Eso es.

Mirón

Don Depra:

Voy a hacer como que le creo la historia sana, porque si no soy capaz de denunciarlo a los pacos. Y no es chiste. 

Pero no mi amigo, le creo, pues más encima le da hasta vergüenza contarle a la chicoca que la estaba cuarteando de lo lindo. Eso no es muy digno en un hombre, pero usted tuvo la suerte de tener un balcón al lado de una piscina. Más encima con show incluido. 

Bueno, vamos al grano. Yo que usted no le cuento lo de sus horarios, de las cosas que sabe que hacía ella; lo de la cartera, el libro y todo. 

Yo le diría que curiosamente un día parece que la cachó, o leyendo un libro o un diario (para que crea que no estaba tan pendiente) y le dice “parece que eras tú. Las vueltas de la vida; jo, jo’’. No le cuente la firme. Para qué si ya va como avión en la relación. 

Ahora invítela a algún lugar. Gástese unos morlacos y llévela al cine, a servirse algo. De ahí se tira a la piscina y le propone tener algo un poquito más avanzado. 

Pero le repito: no sea pajarón y lo de la sapeá desde el balcón tíreselo después de un buen tiempo y como una anécdota. Si no lo hace como le digo, podría arriesgar una PLR a pata pelá.