La ventanita sentimental

Estimado Doc:
Le escribo, porque, luego de seguirlo tantos años, me he dado cuenta de que usted es un gran consejero sentimental. Chacotero y deslenguado, pero justo. Tengo 30 años, separada y vuelta a casar, con dos hijos, uno de cada matrimonio. Físicamente me mantengo en forma y mis amigos dicen que soy del tipo sexy.
¿Dónde está el problema? Que me he vuelto a enamorar de mi primer esposo. Como él sale algunos fines de semana con su hijo, lo veo con bastante frecuencia y me he dado cuenta de que todavía recuerdo las cosas buenas que viví a su lado y de que las malas las he olvidado completamente.
También me he dado cuenta de que él me mira con ansiedad y angustia. Tal como están las cosas, el día menos pensado se encenderá nuevamente el fuego.
Respecto de mi segundo esposo, es un buen hombre, quitado de bulla y que sólo vive para su hogar. Eso hace que aparezca como sin brillo. ¿Qué hago, Doc? Sé que estoy en el filo de la navaja.
Nancy.
Mi reina:
Eso de volver a enamorarse del primer marido sólo lo hacen algunas pícaras actrices de Hollywood, como Elizabeth Taylor, quien se repitió los espárragos con Richard Burton hace ya tantos años, cuando ni existía Internet. Con eso se lo digo todo.
Por eso, usted debe poner los pies en la tierra. Aunque no lo dice, parece que su primer marido y actual objeto de sus pasiones ocultas también está casado. En suma, si ambos pierden la cabeza, hará un lote de carambolas para los cabros chicos que, al final de cuentas, tendrían un enredo mayúsculo.
Si se separó de él, fue por poderosas razones. No era el hombre indicado para compartir su vida. Es probable que todo sea producto de una odiosa comparación con su segundo marido que, entre paréntesis, está lleno de virtudes. Es factible que el hombre no sea un artista en la cama, pero tiene otros valores y eso hay que respetarlo. Si todo lo mide de acuerdo al merequetengue, no tiene remedio, mi perra.
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