Doctor: 

Me da lata escribirle, lo he pensado y repensado por meses, pero me decidí y espero que usted reciba mi carta y me conteste.

Me casé hace cinco años con un hombre muy lindo, inteligente y emprendedor.

Nos ha ido bien en casi todo, porque no tenemos hijos y porque se ha puesto medio flojito en la intimidad.

Yo soy curiosa, exploradora y siempre quiero probar nuevas cosas, quiero traspasar todos los límites del amor físico. Sino, ¿para qué tiene físico una?

Bueno, le he pedido ciertas cosas y se ha negado con que eso no se hace y que es contra natura.

En una fiesta familiar conocí a un primo de él, me cayó simpático y no sé cómo caímos en eso de las preferencias sexuales.

Me fascinó y él lo captó. Cuento corto: terminamos en un hotelito y fue como recuperar el tiempo perdido.

Ahora estoy adicta a él. Pero está mi esposo, que ya ni me toca. ¿Sigo con mi doble vida o largo a uno de los dos?

Beñita:

No la voy a criticar, porque cada uno sabe qué hace con su vida y en especial bajo las sábanas o sobre ellas.

Lo cierto es que usted es busquilla en el amor y a su marido se le echó la yegua.

Pero eso no es culpa de uno solo, sino que de los dos. Sí, pues, perrita, cuando el hombre se le puso flojito usted debió haberlo encarado y decirle que se pusiera en forma.

Pero, bueno, no se hizo y hay que trabajar con lo que hay. Se ve a la legua que lo de ustedes no tiene vuelta, que es mejor decirse las cosas a la cara y ver la manera de terminar sin dramas.

Desde que no dijo lo que tenía que decir hasta que se encamotó con el primo estuvo todo mal.

Lo mejor es sincerar las cosas y ver qué se hace con dignidad y como dama y caballero.

Ah, si va a iniciar una relación con el otro explorador, procure partir las cosas con las cartas sobre la mesa, sean sinceros.

Y sigan excursionando en el catre.

Tus consultas y dramas de tipo amoroso pueden aparecer en la Ventanita Sentimental si las mandas a doctorcarino@lacuarta.com