Doctor Cariño:

Me enamoré del Alexis Sánchez del almacén. Le dicen así por sus calugas y por lo bueno para la  pelota. En realidad de cara ni se parece, pero lo que tiene de feo también lo tiene de dotado, según me contaron mis vecinas.

Así que decidí probar a tal atleta en el catre. Me pinté bien y partí a comprar un kilo de pan. Cuando llegué a su local me empecé a acomodar las pechugas, para que el hombre me cachara. Y picó.

Me empezó a engrupir, hasta que le di la pasada. En su mismo local, al lado de los zapallos le pusimos hasta quedar secos. El compadre es un tractor. No pude ni caminar en dos días. Pero andaba más feliz que recién pagado.

A la semana me invitó a salir. Fuimos a comer comida china y después a un motel. Ahí me puso arriba de un mueble y una vez más quedé orate. Me declaró su amor, yo también a  él, pero al lunes siguiente lo fui a ver y me encontré con la escena perfecta. Él besaba a su señora y a sus niños los acariciaba. Me partió el corazón. Me di media vuelta y me fui. Me llama y no le contesto. Está bien, supongo.

MARISSA

Mijita linda:

La voy a  tratar igual que a la Bolocco cuando salió Miss Universo. Es que la portada del día siguiente de La Cuarta decía “Mijita Linda’’. Ahí quedó la embarrá en las calles, porque por fin Chile era número 1 en algo.

Pero bueno, eso es harina de otro costal. Pero tiene relación, porque usted se comportó como una reina y si vuelve donde el verdulero grupiento va a meter la cabeza al guáter. La dejaron casi en silla de ruedas a tanto cacheteo, el hombre se rajó con usted a comer chino. Bien. Pero justo cuando ya se estaba emperifollando para ir de nuevo a la pelea en el ring y para más remate, se estaba embalando con el Alexis de las verduras, aparece la familia de éste y el castillo se cayó de zopetón.

¿Qué pasó ahí? La respuesta es simple. El barzúo se la comió y se la engrupió, pero él tiene su familia y está feliz. No vaya más a verlo. Él no la merece a usted. Haga cuenta que lo pasó rico en la cama y que su corazón se quedó en su casa. Haga como el dicho del José, el que se lo mmm y se fue. Así de simple. No vale la pena.