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Doctor Cariño:

Después de 15 años me encontré con mi primera polola en el consultorio de mi comuna. Fui con mi cabro chico a ponerle un yeso en la pata porque se cayó, y una mujer vio mi apellido y se sacó la mascarilla de lejos. Era ella, la Amanda, mi primer amor de niño, la mujer a quien besé por primera vez en mi historia y aquella que se fue a vivir a Arica para dejarme con dolor por muchos años.

Ella me dijo mi nombre, me saqué la mascarilla y se puso a llorar. Yo también tuve mis lágrimas para el momento, pero mi hijo se quejaba del dolor. Cuando lo ingresaron me quedé afuera conversando con ella. Me pidió que nos juntáramos, le dije que sí y voy a ir. Pero estoy casado. Así nomás, doc.

Y voy a ir.

Gonzalo

Gonza:

Don Gonzalo, no entiendo para qué cresta me manda una carta con el fin de un consejo si al final coloca en su carta "voy a ir''. Por último, pregúnteme qué porquería pienso yo sobre el tema, pero no, el perla cuenta todo el drama para que el saco de pelotas del Doctor Cariño le diga: "Hijo, vaya en busca de ese amor perdido''.

 Y no tiene idea, porque le digo al tiro que si sigue en la jugarreta de infancia va a quedar sin familia, se meterá con la cabra, terminará a traste pelado en un motel y se convertirá en un patas negras que al final quedará solo. Ya fue, mi rey.

Cuídele la pata a su pergenio y proteja a su señora y familia del coronavirus.

Tus consultas y dramas de tipo amoroso pueden aparecer en la Ventanita Sentimental si las mandas a doctorcarino@lacuarta.com