Ventanita Sentimental

Master:
Estuve en una fiesta de Halloween que organizó un amigo y todo estaba bien hasta que llegó una ex polola. Andaba disfrazada de enfermera sexy y yo de diablo, así que no se imagina como se me movían los cachos y la cola de flecha empezaba a apuntar para todos lados.
Yo soy casado, pero igual me senté a conversar con ella y nos tomamos unas piscolitas. Limamos asperezas de forma tan profunda que se me olvidó que habíamos terminado porque ella me acusó de intentar atropellarla.
Y bueno, doctor, terminamos colocándonos los disfraces de Adán y Eva y me volví a enamorar. Yo amo a mi esposa, pero esta enfermerita me vuelve loco y me tiene como adolescente, atontado todo el día y lo más triste es que no sé si ella anda igual.
Sé que ando como perrito faldero y que haría cualquier cosa, por ella, doc.
Si me dice upa, yo al tiro chalupa y dejo botado todo. ¿Estaré en lo correcto? ¿O estoy dando jugo?
enamorado
Amermelado y porfiado:
Solito se acordó de que la última vez que tuvo enfrente a la ex fue con cuática y lo estaba acusando de andarle haciendo competencia al mago Valdivia, que le pasa el auto por arriba a los fotógrafos.
Y como todo resultó ser la mansa chiva, zafó como debía.
Pero el género masculino nunca aprende. ¿No estaba tan bien de enamorado por la vida con su esposa después de haber olvidado los malos ratos que pasó con esa pérfida?
Parece que el disfraz de Halloween tenía muchos tóxicos y las piscolas estaban muy fuertes, o derechamente no debió tomarse el chimbombo demás.
Cayó muy rápido en los brazos de la susodicha. Reaccione y acuérdese de que lo quisieron mandar con vacaciones pagadas a Santiago Uno.
Olvídese de ella y empiece a escribir la disculpa a su esposa. Y, por favor, no le diga que andaba en un bautizo. Esa chiva ya no la cree nadie.
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