Por Eduardo OrtegaExperta en Medio Oriente: “Boric es, sin ninguna duda, el presidente más antisemita del mundo”
Aquí, Pilar Rahola, analista política, analiza el conflicto bélico en Medio Oriente, la figura de Trump y, además, apunta a nuestro mandatario.

Suelen ser bastante fugaces —admite Pilar Rahola— sus visitas a Chile. Y acompaña esas palabras con una sonrisa que transmite también algo de resignación, como si no le quedara de otra. Viene hace más o menos veinte años, pero nunca se ha permitido pasear todo lo que en verdad le gustaría. La de ahora, de hecho, ni siquiera entraba en sus planes.
De gira por Argentina, se disponía a emprender regreso hacia su Barcelona cuando, dice, le pidieron participar en una conferencia sobre Medio Oriente. Experta en el tema, la exdiputada española, periodista y escritora —La república islámica de España, Atrapados en la discordia, ¡Basta!, Mujer liberada, hombre cabreado— dedicó la tarde del lunes y el martes a eso: a examinar los alcances del conflicto, lo que hubo (hay) detrás de las negociaciones entre Israel, Estados Unidos, Irán y Hamás, la influencia de Donald Trump y, en definitiva, el futuro geopolítico de la región. Pero unas horas antes de aleccionar y cosechar aplausos, está aquí, sentada en un largo sillón claro, delante de una cámara, para hablar vía telemática algunos minutos con La Cuarta.
—¿Están las condiciones para, de una vez por todas, alcanzar una paz duradera en Medio Oriente, o al menos una situación estable?
—Yo creo que estamos viviendo un momento histórico. Lo digo todo con prudencia, porque en Oriente Medio todo puede cambiar cada día, es la zona del mundo más convulsa. Pero es cierto que Israel ha ganado en todos los frentes, y la neutralización de Irán, la caída de (Bashar) al-Assad en Siria, la caída de Hezbolá y también la destrucción de Hamás como organismo que dominaba Gaza, sin ninguna duda, cambia el mapa. Bueno, primero hay que resolver los restos de lo que queda de la guerra de Gaza, que siempre es algo muy complejo, y yo creo que ahí hay varias propuestas sobre la mesa y se está trabajando en el tema, pero no es fácil. Pero, sobre todo, hay que avanzar en los Acuerdos de Abraham en la región y parece que está bastante claro que algunos países están ya muy en la posición de empezar a firmar. Estamos viviendo un cambio de mapa. Oriente Medio no va a ser en las próximas décadas nada que ver con lo que ha sido durante setenta años.

—Mencionabas que nadie en la región, excepto Irán, quiere que Hamás gobierne Gaza. Que incluso para los países árabes es un problema, no una solución. ¿Cómo se configura este escenario?
—Es uno de los elementos más clave, que quizás fuera del mundo árabe no se conoce, porque en Europa, en Occidente, la mirada aún es una mirada muy antigua. El tema palestino y tal. Sin embargo, en el mundo árabe, que han utilizado el tema Palestina durante décadas para sus intereses personales, lo han dejado caer. La prueba es que hay dos síntomas: uno, ningún país árabe ha roto relaciones con Israel. Luego, el Líbano se ha liberado de Hezbolá o lo está intentando, es importante, porque va a ser un resurgir de El Líbano; Siria se ha liberado de los al-Assad, que fueron en todo momento un dominio chiita en una zona que es sunita, no hay que olvidar eso. Irán ha quedado humillado y no tienen capacidad de ataque en estos momentos, y Hamás y Yihad, que sumaban casi más de cincuenta mil activos terroristas armados —de ahí viene la guerra—, ahora están en una situación casi de escapada. Lo que todo el mundo se está planteando es qué salida le damos a los que quedan, pero lo que sí está claro es que no se van a quedar en Gaza. Es decir, en todos los mapas y en todas las alternativas para la solución del conflicto pasa por que Hamás no tenga papel en el ámbito palestino, sobre todo en Gaza, y ahí están de acuerdo desde egipcios hasta saudíes. Ese es el cambio de chip que quizás no vemos, y me refiero tanto a Barcelona como a Santiago de Chile, de lado a lado. Hay que encontrar una salida al tema palestino y hay países árabes trabajando seriamente para esa solución. No quiero dar la idea de que mañana tenemos esto resuelto, un conflicto de setenta y cinco años no lo vamos a resolver en un mes.
—¿Cuál es el papel de Donald Trump en todo esto? Lo destacaste alguna vez como un hábil comerciante.
—A ver, Trump es un personaje poliédrico y complejo, y muchos de sus aspectos, al menos a mí, personalmente no me gustan nada. Por ejemplo, todo el tema migratorio en Estados Unidos a mí me pone mal. Pero su mentalidad no es una mentalidad bélica, es una mentalidad negociante. En su primer mandato no hizo la guerra y ahora quiere pasar a la historia. Y pasas a la historia cuando acabas un conflicto, no por ser presidente de un país. De manera que Trump, en este sentido, tiene la voluntad de ser el hombre que pase a la historia resolviendo conflictos y estabilizando la región. Ese papel no lo podía hacer Biden. Es el papel que puede hacer Trump, que además es muy disruptivo.

“El presidente más antisemita del mundo”
Durante su paso por Argentina, en los estudios de LT10, medio santafesino, Pilar Rahola ensayó una áspera crítica: “Argentina”, los encaró, “debería preocuparse más de lo que pasa en el mundo”. Naturalmente, por la poca atención que —ella sostiene— se le presta allí al conflicto bélico de Medio Oriente.
Llamó al periodismo local “endogámico”, reparó en que el país “inevitablemente puede verse afectado por la guerra entre Israel e Irán” y les advirtió que “la triple frontera”, entre Brasil, Argentina y Paraguay, “es un foco de influencia de grupos terroristas”.
—Hiciste un fuerte llamado de atención en Argentina. ¿Ocurre lo mismo, para ti, en Chile?
—Argentina podría tener un papel en el mundo más importante, pero también Chile. Son grandes países en el cono sur que ¿por qué tienen que estar aislados de los grandes conflictos? Cualquiera puede decir: quiero tener una mesa para la paz. O quiero llevar a los dirigentes que están en un conflicto a sentarse. Es decir, yo creo que ustedes, que son grandes países, con una dimensión política y cívica importante, también pueden tener aspiraciones de estar en la mesa de la geopolítica, de la gran política. Y en ese sentido, (Javier) Milei, que tiene esa vocación de ir por el mundo, fue de fuerte. ¿Por qué no Chile?
—¿Qué crees que lo impide aquí?
—El problema con Chile es Boric. Boric es, sin ninguna duda, el presidente más antisemita del mundo. Y no digo antisionista, no digo antiisraelí, no digo que haga la crítica a Israel o a la guerra: hablo de antisemitismo. Es el único que ha confundido el conflicto de Oriente Medio con la comunidad judía en Chile. Ha tratado a los judíos de Chile no como chilenos sino como judíos. No tuvo ninguna delicadeza con los cinco muertos en el 7 de octubre que eran chilenos, con sus familias. Recuerdo que cuando los judíos le regalaron un trocito de miel en el año nuevo judío, se negó a recibirlo (Ndr: era, por ese entonces, diputado). Entonces, la pregunta que yo le hago a Boric, y le hago al mundo en general, es: ¿cada vez que haya un atentado musulmán van a culpar a los musulmanes chilenos? Pero, en cambio, cuando hay la guerra en Israel, culpan a los chilenos judíos. Porque debe haber chilenos a favor de Netanyahu, debe haber chilenos críticos, debe haber chilenos en contra. Debe haber de todo. Pero, sin embargo, Boric ha tratado a la comunidad criminalizándola y eso es alimentación del discurso de odio desde la presidencia de un gobierno. Esto es muy grave.

—¿Por qué, para ti, es el presidente más antisemita del mundo?
—Lo que ha hecho Boric es mucho más grave que (Gustavo) Petro. Pedro Sánchez no se ha atrevido nunca con eso, ni Podemos en España. Podemos diferencia la crítica con la comunidad judía. Nadie habla de la comunidad judía en España, y al contrario, se le respeta. Luego hay una crítica feroz, de la que yo no estoy de acuerdo, pero da igual. Boric lo ha confundido todo, y ahora empieza medio, medio un poquito, a corregirlo porque empieza a estar en evidencia. Pero yo, desde luego, culpo directamente al presidente del gobierno de Chile del aumento del antisemitismo en Chile. No por la crítica a Israel, sino por la demonización que ha hecho del pueblo judío. Eso es grave. Hay que recordar que la historia de los judíos en Chile se remonta casi a la fundación, mil quinientos años desde que están los judíos en Chile, no hay nadie más chileno que un judío. De manera que me parece muy grave el papel que ha tenido Boric.
—En su última cuenta pública, el Presidente Boric anunció medidas diplomáticas de defensa y comerciales (retirar los agregados militares en Israel y un “plan de diversificación” de las relaciones comerciales en defensa para dejar de depender “de la industria israelí”). ¿Qué supone para ti eso?
—Bueno, Boric tuvo una posición muy profundamente agresiva respecto a la comunidad judía mucho antes del 7 de octubre. Le conocemos en ese sentido. Yo no soy judía, pero conozco su biografía, y por tanto, allí hay una actitud casi patológica respecto al tema, que es de manual antisemita. Yo te repito: muchos de los que critican a Israel, no son antisemitas, pero algunos sí, y Boric lo es. Con respecto a su política agresiva con Israel, me sorprende que sólo le preocupe Israel. Porque, no sé, tenemos tres países destruidos en el Sahel, Mali, Burkina Faso y Níger, totalmente dominados por las franquicias de Al Qaeda y el Estado Islámico, y no le preocupa. Tenemos el horror que viven las mujeres en Afganistán. Quiere romper relaciones, quiere hacerse el héroe con las causas: yo le voy a dar una cantidad enorme de causas. Pero no: esto no tiene que ver con las causas humanas, esto tiene directamente que ver con la ideología. Porque, al final, desde su perspectiva de izquierda, de extrema izquierda, ahí tiene posiciones de extrema izquierda, Israel es un país exitoso, capitalista, moderno, democrático, no entra en los esquemas. Imagínese, un país que es pequeñísimo, ochenta veces más pequeño que Irán, y no le he escuchado a Boric hablar de Irán, un país que masacra a sus mujeres si se sacan el velo. Es una enorme mentira, una enorme hipocresía política y una obsesión ideológica.
—Me hablaste del antisemitismo en Chile. Ahora, a nivel mundial, ¿está más controlado o crees que, por el contrario, ha habido un auge?
—El antisemitismo está viviendo el momento más fuerte y más masivo y viralizado desde la Segunda Guerra Mundial. En parte, también porque el fenómeno de las redes se convierte en un amplificador del discurso de odio. Y respecto al tema de la propaganda y la información que se ha hecho de la guerra: esta es una guerra cruenta, difícil, donde muere gente sin ninguna duda, palestinos por supuesto, pero también miembros de Hamás, que había miles. Y también soldados israelíes. La semana pasada murieron cinco chavales de veinte años. Y llevan casi un millar de muertos sólo de soldados. Es decir, las guerras son cruentas y terribles. Pero, en cambio, la propaganda, fundamentalmente dominada por sectores de izquierda, sobre todo de extrema izquierda, se ha convertido en un discurso también de odio a Israel. Como si Israel no hubiera sufrido el 7 de octubre y no pudiera defenderse. El concepto de genocidio no se aguanta por ningún lado. En la guerra, puedes ser crítico con Netanyahu, pero no tiene nada que ver con genocidio. Tiene que ver con una situación de violencia extrema. Y claro que esto alimenta el odio contra los judíos, porque una cosa es criticar un gobierno y otra muy diferente es demonizarlo o inventarse conceptos que no son ciertos. Y ahí sí que las redes y las izquierdas han jugado un papel terrible.
—Hace unas semanas, aquí en Chile, un rostro habló del supuesto Plan Andinia en televisión…
—Ese sí que es antisemitismo de manual. Del estilo: los judíos se bebían la sangre de los niños cristianos en la Edad Media. Y ahí hemos continuado con: los judíos dominan el mundo. Los judíos son quince millones de personas en un mundo de ocho mil millones. Ocho mil millones contra quince millones. Ocho mil millones que todos hablan de ellos. Tener la idea de que hay más dinero en un banco de Israel que en Kuala Lumpur o en el petrodólar es estar absolutamente loco. Tener la idea de que hay planes de expansión..., los judíos tienen trabajo para conseguir, sobrevivir en Israel, que es un país que lleva setenta y siete años en situación de violencia... mientras haya esta teoría tan brutal, de que los judíos dominan la prensa, el mundo, ¡¿dónde?! Los judíos lo que hacen es defenderse. Pero más allá de esto, es curioso que el país donde se está viviendo una infiltración iraní tan importante, porque lo que sí tenemos es un plan de infiltración por parte del régimen iraní en toda Latam, entrando por Venezuela, dominando la triple frontera, pactando con el narcotráfico, llegando hasta Chile, y que esto no preocupe, pero preocupe una teoría surrealista sobre judíos. ¿Qué quieres que te diga? El antisemitismo siempre ha bebido de las fuentes más locas, más estúpidas y menos creíbles de la historia. Pero funciona. El odio al judío está por encima de la verdad, de la sensatez, de la lógica, de los datos. Mataron a los judíos en Auschwitz, pero no han matado al antisemitismo. Ahí está la prueba ahora.
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