Por Diego RamírezPidió a Carabineros y se autoincriminó: el caso de joven que se hartó de traiciones de su “amiga” y la apuñaló en la pega
“Toda la gente me miraba como si hubiera sido monstruo”, recordó la trabajadora de Chiloé que confesó todo y explicó el origen de su rabia incontrolable.

Con apenas un año de diferencia, Luz y Marcia entablaron una amistad desde la infancia que ambas compartieron en la isla de Chiloé.
Eso sí, la vida de esta última estuvo marcada por la violencia intrafamiliar, principalmente por la ejercida por su padre. Además de golpear a su mamá constantemente, el sujeto solía agredir y castigar a sus hijos por cualquier motivo.
Quiebre definitivo
A inicios de siglo, ya de adultas, ambas yuntas coincidieron en un empresa salmonera de la isla, donde se ganaban a diario la vida.
Fue en este etapa de la vida cuando Marcia Pérez Oyarzo se atrevió a iniciar una relación con un hombre proveniente de Loncoche, aunque a escondidas de su familia, particularmente de su padre.
Enamorada, la joven veinteañera decidió seguir a Braulio hasta su ciudad natal, en la Región de la Araucanía, donde finalmente contrajo matrimonio y tuvo un hijo. Sin embargo, cuando todo era color de rosa y su dura infancia parecía quedar en el olvido, su marido mostró un lado hasta entonces desconocido: comenzó a golpearla, tal como lo hiciera su padre.

Pese a la distancia, Luz nunca olvidó a Marcia. Por este motivo, apenas tuvo la oportunidad, viajó a Loncoche para visitarla. Fue en este contexto que se dio origen al quiebre definitivo de la relación: Marcia descubrió que su esposo la engañaba con su supuesta amiga.
Así las cosas, Marcia se volvió a Chiloé, pero dejó a su hijo en Loncoche al cuidado de su suegra. ¿El motivo? Necesitaba trabajar un par de meses, independizarse en la isla y recién ahí iría a buscar al pequeño.
Otra vez, Luz
Los días que sucedieron a su retorno estuvieron marcados por el dolor y la incertidumbre. Lejos de su retoño, Marcia no podía encontrar el trabajo deseado (aunque en rigor era cualquiera). Pero aún, comenzó a beber alcohol para intentar infructuosamente olvidar su pena.
Un buen día, su madre (que nunca la abandonó) le confirmó que recibió un llamado de la pesquera a la cual había postulado. Feliz, la joven de 24 años emprendió a su nueva pega y se disponía a iniciar sus labores con el único objetivo de reunir dinero y traer de regreso a su hijo. Justo ahí surgió otro obstáculo: debía compartir sus labores con Luz Perán Leviñanco (23), a quien creyó que no volvería a ver jamás en la vida.
Con el correr de las semanas, Marcia comenzó a conocer a un colega de su nuevo trabajo, situación que habría sido observada por Luz. De hecho, a los pocos días, la sufrida joven vio que su examiga se estaba besando con el sujeto. Ahí le prometió venganza, la que se concretaría en octubre de 2005.

Crimen
En diálogo con Mea Culpa, cuando ya estaba tras las rejas, Marcia relató lo acontecido el día del asesinato. Antes, el contexto: “Una tarde, yo salí de la casa como a las 6 de la tarde, y de repente bajé al centro y recuerdo que vi a Luz con mi nueva pareja. Los vi de la mano y luego dándose un beso”.
En los días posteriores vendría la tragedia: “Llegué con trago a la pesquera, estuve tomando toda la tarde y entraba a las 12 de la noche. A la entrada de la pesquera ella me pasó a saludar y me dijo ‘hola’. Ella se dio cuenta que venía con olor a trago y me dice ‘te voy a sapear, venís con trago y te van a echar’. Ahí yo me alteré”.
“Me vino a la mente todo lo que había pasado y la quedé mirando. No controlé la rabia, traté, pero no pude. Pasé al mesón donde fileteaban, saqué un cuchillo y con ese cuchillo le di una puñalada. Nunca pensé que la iba a matar”, continuó.
En conversación con Carlos Pinto, la joven recordó que “toda la gente me miraba como si hubiera sido monstruo, mis compañeros me sacaron y yo les pedí que llamaran a Carabineros, porque me iba a entregar”.
“Yo lo que más le pido a Dios es que me perdone. Pensé en mi hijo, en mi mamá, en que ya no tenía futuro. A mí no me importa estar presa por el daño que hice, pero lo que sí me duele es que el papá de mi hijo me lo ha quitado. La asistente me dijo que mi hijo ya no me pertenece”, sentenció Marcia, entre lágrimas.

Condena
El Tribunal Oral en lo Penal de Castro condenó a la pena de siete años de presidio mayor en su grado mínimo a Marcia Pérez Oyarzo (24) como autora del homicidio calificado contra Luz Perán Leviñanco (23).
En el veredicto se reconoció el atenuante de colaboración sustancial de la mujer en el esclarecimiento del caso.
“Su testimonio en el juicio, donde se autoincrimina, confirma su permanente participación en la causa. Lo que también se vio en la etapa investigativa, donde confesó el delito”, señaló en su oportunidad el defensor Claudio Herrera.
De acuerdo a la decisión del tribunal colegiado, la calificante de alevosía fue considerada, gracias a la lapidaria evidencia entregada por testigos presenciales del hecho, registrado la madrugada del 28 de octubre, al interior de la planta Invertec Seafood, del sector Llau Llao, en la capital provincial.
Marcia tuvo que pasar siete años tras las rejas y recobró su libertad en 2012.
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