“No pretende juzgar ni dar lecciones”: Aline Kuppenheim adelanta la película “Quizás es cierto lo que dicen de nosotras”

Quizás es cierto lo que dicen de nosotras llegará al cine este 30 de mayo.
Quizás es cierto lo que dicen de nosotras llegará al cine este 30 de mayo.

La actriz protagoniza la cinta inspirada en el Caso Antares de la Luz, y en conversación con La Cuarta detalló cómo fue el rodaje de esta producción que aborda temas muy profundos y “habla de la fragilidad de la mente humana”.

Si hablamos de eventos que en los últimos años han impactado enormemente a la sociedad chilena, pocos han tenido la repercusión del caso de la secta de Colliguay liderada por Antares de la Luz. La noticia de que un bebé con un par de días de vida había sido brutalmente asesinado como parte de un ritual captó la atención de los medios y curiosos, quienes deseaban conocer todos los detalles de este macabro crimen.

A más de una década de que este suceso acaparara los titulares, una película inspirada en esta historia llegará a los cines y a las plataformas digitales para ofrecer una reflexión necesaria. “Quizás es cierto lo que dicen de nosotras”, es el nombre del filme de los directores Sofía Paloma Gómez y Camilo Becerra, que desde un punto de vista innovador se sumerge en lo más profundo de las relaciones humanas.

El filme nos adentra en la vida de Ximena, interpretada por Aline Kuppenheim, una exitosa psiquiatra que recibe la inesperada visita de una de sus hijas (Camila Milenka), quien lleva harto tiempo inmersa en un credo poco ortodoxo, guiado por un supuesto profeta.

En conversación con La Cuarta, su protagonista, reflexionó sobre la importancia de poner ciertos temas en la mesa que son abordados por la película, y contó cómo fue parte del rodaje de este largometraje que llegará a los cines del país este 30 de mayo, y posteriormente llegará a Prime Video el 7 de junio.

Según señala Kuppenheim al Diario Pop, la cinta no tiene como principal objetivo adentrarse en los delirios mesiánicos de Antares de la Luz, sino que aborda el tema desde una perspectiva íntima y familiar, una idea que lleva varios años cuajando en la mente de sus creadores.

Tal como cuenta la actriz, “Quizás es cierto lo que dicen de nosotras” es fruto de un largo trabajo. “Me llamaron, hicimos un teaser hace ya varios años, unos 6 o 7 años. En general las películas tienen un largo proceso para llegar a concretarse, y en ese proceso se va analizando el texto, se va decantando y desmenuzando. Ese fue el proceso hasta que llegamos a filmar en febrero del 2023″, comentó.

Una historia llena de emociones

Cuando corría el año 2013, el nombre de Ramón Castillo Gaete acaparaba los titulares. Un músico que formó una secta mezclando creencias espirituales y conspiraciones apocalípticas, convenció a un grupo de jóvenes de una clase acomodada de que era la reencarnación de Dios, y debían rendirle pleitesía. Un caso sumamente analizado por las noticias y reportajes que no dejó indiferente a nadie.

Cuando le llegó la propuesta a Aline, ella “sabía lo mismo más o menos que sabíamos todos, no había pasado hace tanto tiempo, pero por supuesto cuando leí el guión y entendí de qué se trataba la propuesta, me puse a buscar información, leí algunos libros, vi mucho material y entrevistas, noticias y los reportajes se habían hecho. Y por otro lado también tratando de entenderlo desde el punto de vista psiquiátrico, porque mi personaje es una psiquiatra. Qué pasa en la mente cuando uno está involucrado en un hecho como este, en una secta particularmente”, relata la intérprete.

¿Cuál fue el principal desafío a la hora de interpretar este personaje?

—Entenderla. Pero creo que finalmente el trabajo actoral consiste en eso, en meterse en mentes que no son la tuya, incluso mentes totalmente diferentes. Intentar comprenderla, porque finalmente las creencias son un sistema, todos encaminamos nuestros pasos a partir de lo que creemos.

Hay que meterse en la mente de esos personajes y en este en este caso me costó un poco porque justamente es muy contradictoria, como lo somos todos. No hay una sola versión, no tengo una sola opinión del personaje, ni de lo que ocurrió en esa secta, ni de la película, porque creo que tiene muchas aristas distintas y eso es lo interesante: que es una película que no pretende en ningún caso, ni juzgar ni dar lecciones, ni mandar mensaje, sino que hacer esa reflexión.

Es una película que te queda resonando, te quedas pensando mucho rato, porque creo que es lo que a todos nos pasa con estos hechos. Es un misterio tan grande el intentar comprender cómo una persona o un grupo de personas llegan a algo así, a creer algo así para empezar y a hacer las cosas que hacen o hicieron desde esa creencia, llama mucho la atención y no sé si es el morbo. Yo creo que es la necesidad que tenemos nosotros como ciudadanos que nos sentimos “normales”, de entender cómo alguien puede llegar a eso.

Lo que le pasa a Ximena es un proceso, igual de contradictorio que el de cualquier persona, se da cuenta de en qué estaba su hija, pero también en qué estaba la madre que no lo vio. Todos queremos creer que nuestros hijos son sanos, que nunca les va a pasar algo así.

Sin quererlo la película es un llamado a estar alerta a lo que están pasando nuestros hijos, no solo cuando empiezan a tener algunas creencias, sino que con las nuestras también cuestionarlas. Lo interesante de la película no es la anécdota, sino que como los personajes la viven. Y lo que quiere Ximena, más que ayudar a su hija, es que ella tome conciencia real de lo que pasó.

Recientemente se estrenó un documental en otra plataforma en donde también abordan este caso y también ha dejado una reflexión.

—Es una tremenda casualidad, pero es interesante porque son distintas aristas y puntos de vista. Y eso en todo orden de cosas siempre es interesante que haya varias miradas. Vi la serie pero la película no se mete en esos terrenos, aunque sí muestra el tema judicial, no indaga en cómo la justicia resolvió y por qué.

El juicio que uno puede hacer acerca del proceso judicial, la justicia chilena, cómo hay una justicia para ricos y una para pobres, la película no se mete ahí, esa es otra reflexión. No hay un intento de convencer a nadie de nada ni de redimir ni de contener, es simplemente presentar esta situación.

Quizás la pregunta es: ¿es como algunos expertos dicen, que cualquier persona puede caer en una secta, o cualquier otro sistema de creencia que sea dañina para la sociedad?, como el negacionismo, terraplanistas, personas que no creen en la ciencia, pero cuando esas creencias terminan afectando a los otros hay que poner una señal de alerta, y creo que esta película habla de eso, de la fragilidad de la mente humana.

La intención no es establecer una verdad acerca del tema, simplemente presentarlo y que el espectador saque sus conclusiones con esa información que se le está dando, porque hay información concreta que te ayuda a ir resolviendo en tu mente este enigma, que es este caso en particular, y que se ha estado hablando mucho a partir del estreno del documental, y siempre uno queda atrapado ahí tratando de entender.

Una película de contrastes

La historia que se narra en la producción tiene un contexto muy oscuro, que a su vez está acompañado de un relato muy humano, una serie de sensaciones que reflejan la dicotomía humana, y las contradicciones como señala Aline Kuppenheim. A las grandes actuaciones se le suma una gran imagen, que en muchos casos refleja la dualidad en las circunstancias, escenas en las que se tratan temas muy intensos y difíciles de hablar, acompañadas de una composición magistral.

Para conseguir estas interpretaciones, se realizó un trabajo en conjunto con todo el equipo, tanto las actrices como el cuerpo técnico, quienes propiciaron el ambiente para que puedan fluir las tomas en las que había “un compromiso emocional y físico”.

“Ese tipo de escenas necesitan que se den condiciones en todo el equipo, que se establezcan esas condiciones para que pueda ocurrir, porque la actuación no es algo tan automático, tiene que nutrirse de un montón de cosas que te vayan provocando. El caso de Antares de la Luz, a todos nos impactó, sabíamos que estábamos hablando de un tema súper complejo y chocante, entonces había mucho respeto en el rodaje por la historia. Cuando te metes en historias reales es complicado, porque hay personas que puedes afectar y es súper delicado”.

¿Con qué reflexión te quedas sobre este caso después de la película?

—Con muchas. No sé si hay que sacar lecciones, lo que hay que hacer es reflexionar no más. Cada uno en su interior sabe lo que está bien y lo que está mal, y creo que lo interesante es cuestionarse siempre. Cuando uno se enfrenta con hechos así, también cuestionas tu propia moral, y eso es interesante. El hecho de que esto nos haya removido tanto este caso, habla de una sociedad que todavía es humana, no está todo perdido y todavía nos importan las cosas, eso es algo bueno y ojalá nunca lo perdamos.

Lo único que podría decir es que para no sucumbir a una sola realidad, lo importante siempre es nutrirte de muchas realidades y de distintas miradas sobre una misma verdad, si no caemos en el fanatismo y creo que eso es lo interesante de hacer el ejercicio de ver esta película.

¿Qué opinas de la forma en que la justicia chilena llevó el caso?

—Ayayai... uno puede decir muchas cosas porque no sabe cómo habría sido de otra manera, si es que los integrantes de la secta hubiesen sido otras personas, uno puede solo suponer. Creo que es un caso muy complejo, donde determinar hasta qué punto ellos estaban en su sano juicio o no, era muy difícil, y yo no podría dar una respuesta a eso.

Todos tenemos creencias basadas en hechos que no son, todos tenemos una distorsión de la realidad, unas más sanas que otras, que te llevan a actos criminales, pero penalmente creo que todos fueron responsables de lo que hicieron y así lo determinó la justicia finalmente. Si esto hubiera sido a sangre fría y sin estos antecedentes yo habría pedido cadena perpetua, pero la justicia a veces se encuentra con estas disyuntivas.

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