Acusan a acólito de vender hasta la sotana de su iglesia
Los Padrenuestros, Avemarías y gritos de auxilio que salieron de la iglesia de San Isidro Labrador, en la comuna de Santiago, tuvieron un milagroso resultado la mañana de ayer, cuando la PDI al fin encontrara más de 389 especies, desaparecidas de la casa de Dios, en manos de un ex acólito.
Sotanas, Biblias, imágenes del niño Jesús, cuadros antiquísimos, un cáliz y candelabros de color dorado, entre otras especies, fueron confiscados por los sabuesos de la Brigada Investigadora de Delitos del Medio Ambiente (Bidema). Por orden de la fiscalía Centro Norte detuvieron al cristiano, el que sin temor de Dios se habría dedicado a comercializar las joyitas en una tienda de antigüedades de la comuna de Providencia.
Según la investigación policial el sujeto, identificado como C.L.M. (34), se desempeñó durante tres años como acólito y encargado de misas de la iglesia, ubicada en la calle San Isidro con Santa Victoria, en pleno centro de la capital.
Desde marzo del 2010 fue el catequista de los creyentes que acudían a la sede de El Pulento. Eso, hasta que una feligresa que rondaba por el terreno sagrado cachó que faltaban cosas y puso una denuncia.
"Se procedió al registro de su vivienda, ubicada en la comuna de La Florida, además de la tienda de antigüedades ubicada en la comuna de Providencia. Hasta el momento, el sujeto no presenta boletas ni certificación de Aduanas por los objetos que fueron confiscados", chantó el iluminado subcomisario de la Bidema, Marco Orellana.
Entre los objetos confiscados por la Bidema se encuentra una campana de bronce de 200 kilos y un Cristo de plata de dos metros.
El sujeto fue detenido y dejado en libertad, pero fue citado a una audiencia de formalización para el 28 de marzo, por el delito de receptación de especies.
El acusado se defendió aduciendo que el párroco le pasaba las cosas deterioradas, bajo condición que devolviera productos nuevos.
El abogado de C.L.M., Óscar Retamal, explicó que los productos poseen actas de procedencia y que se van a entregar a la fiscalía.
Aunque el catequista le habría hecho un daño de proporciones a la comunidad religiosa, en un acto de buena fe el sacerdote a cargo de la iglesia de San Isidro Labrador, padre Pedro de la Noi, afirmó que no le guarda rencor y lo perdona por sobre todas las cosas.
"Él tenía mucho contacto con la iglesia, por lo que se le hacía fácil acceder a los bienes sagrados. Eso sí, era servicial y tengo muy buenos recuerdos de él", recordó el sacerdote, sin una gota de odio en sus palabras.
Agregó, además, que tiene mucha fe en que el cabro tomará conciencia de lo que hizo y el peso que tiene su falta. "Él fue muy egoísta y no actuó bien. Él cayó en esta tentación que es muy grande y lamentable. Espero que se arrepienta", lanzó el curita.
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