Aires de sábado: Quintero no es Santiago

Santiago es Chile. Los otros 10 millones de chilenos -los que viven en las regiones- simplemente se resignan. Son parte de ese Chile invisible que no tiene médicos especialistas, que tiene el 80% de sus caminos sin pavimentar, no tiene metro de estándar mundial y se conforma con vivir entre la mugre. Suena fuerte, pero es tristemente cierto.

Es vergonzoso. Más de una decena de industrias han matado el medioambiente en la zona de Puchuncaví y Quintero y han matado también a sus habitantes, ante el silencio cómplice de unas autoridades que prefieren callar. Por décadas se han mantenido inmovilizadas mientras un barrio se ha dado en llamar "El Barrio de las viudas" porque sus maridos murieron de extrañas enfermedades, que ninguna autoridad quiso poner en evidencia. Mejor callar ciertas cosas.

Hasta antes de la nube tóxica, a nadie le importó que -por ejemplo- en esa zona en que tantos chilenos viven con la contaminación hasta el cuello, no hubiese oncólogos. Tampoco fue relevante que no hubiese un sólo hospital siquiera de mediana complejidad. Quienes viven en esta zona "invisible" de la Región de Valparaíso, tienen que viajar por más de una hora por un camino en mal estado -y de una sola vía- hasta Viña del Mar para llegar a un hospital de alta complejidad. Más de una hora demora el viaje. Pero si hay un choque o congestión… Olvídese de la urgencia. La travesía es interminable.

Y están a poquitos kilómetros de Santiago. Pero no son Santiago, ni Las Condes ni Providencia. Por lo tanto, la hemos bautizado -sin vergüenza alguna- como otra "Zona de Sacrificio" más. Como lo es Coronel y Antofagasta, por ejemplo. Donde los niños y estudiantes deben evacuar los colegios cada cierto tiempo por episodios de contaminación, donde los índices de cáncer se disparan y los niveles de metales en la sangre están por sobre lo normal. Pero no son Santiago.

Quienes protestan, desde la indignación y la impotencia, no merecen ser llamados violentistas ni infiltrados. Merecen que las leyes se cumplan. Por ejemplo, aquella norma constitucional que establece el Derecho a vivir en un medioambiente limpio y libre de contaminación. Ese artículo no se refiere sólo a Santiago, cuyas autoridades suelen preocuparse de llevar sus basuras -por ejemplo- a su propio "patio trasero", es decir, a Til Til. Algo huele muy mal en Chile. Pero tampoco da para tildar de "asesino" al Presidente de la República... Sí para exigirle igualdad de derechos.

Más de 350 intoxicados y -entre ellos- más de 100 niños, ¿No son una "bofetada" en la cara de las autoridades? Esto es impresentable: El Estado de Chile denuncia a su propia empresa, ENAP, por envenenar a la gente. ¿En qué mundo estamos? En ese mundo donde vive el Chile B, las regiones del país. El patio trasero de un Chile miope e indolente, que sólo reacciona cuando las cámaras de televisión y los flashes desnudan nuestra propia ineficiencia e indolencia. Ya basta.

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