Artesano trae de "vuelta" el Boomerang

Voy y vuelvo, le dijo a su familia Ítalo "Zumbao" Gutiérrez (37) el día que decidió irse al Quisco a probar suerte como artesano de instrumentos musicales folcklóricos, pero la venta de cajas afroperuanas flamencas no resultó como él esperaba.
Como no tenía permiso para vender en la vía pública y además no pensaba volver con la cola entre las patas a su natal San Miguel, se puso a dar vueltas y vueltas en la playa cuando un frisbee, también conocido como disco volador, le dio de lleno en la azotea prendiéndole la ampolleta de un golpe.
De sopetón recordó a su héroe de infancia: el actor australiano Paul Hogan, protagonista de la ochentera película "Cocodrilo Dundee". Es que el rucio además de pelear con lagartos era un experto lanzando el Boomerang.
Esto, sumado a su habilidad con la madera, le dieron el impulso necesario para cambiar de rumbo y decidió dedicarse a la fabricación de boomerangs.
"En un principio no se elevaban, por lo que me puse a averiguar y aprendí lo que es la aerodinámica de las cosas, vi unos moldes y tras embarrarla durante un año, finalmente dí con el diseño perfecto", agregó el "Zumbao", como le gusta que le digan.
Según el "Lagartija Dundee" existen tres tipos de boomerang o palo mágico -traducido al español-, uno es el ornamental, para tenerlo como chiche encima de la repisa; otra es la utilización que se le da para la caza, pero ya no se usa; y también tiene un sentido deportivo o recreacional, como los que fabrica él.
"Este verano vendí cerca de 300 boomerangs, la diferencia con las tiendas que ofrecen este producto es que los importan de China ya que acá en Chile nadie hace estos artículos, además mi valor agregado es que enseño particularmente a tirar el boomerang", se quebró como una oblea el emprendedor que acaba de postular a un Fosis para ampliar el negocio.
Además del diseño típico en forma de "V" que tienen estos artículos, este artesano ha experimentado con distintos modelos, en formas de hélices (tripala), de arcos y diseños ondulados en forma de "W".
Según las reglas del juego, el lanzador acumula puntos de acuerdo a donde cae el aparatito. Y si el suertudo lo agarra, mucho mejor. Si cae a más de 3 metros de donde se ubicó al lanzar es 1 punto, a 3 metros son 3 puntos, a un metro 6 puntos y si lo agarra con la mano se lleva el máximo de 10 puntetes.
El Zumbao también pensó en aquellos que tienen hábitos nocturnos, por lo que le aplicó un sencillo sistema eléctrico con una pila de reloj, cableado fino de cobre y unas luces Led, dando vida al primer Boomerang luminoso del terruño: "fue una necesidad de hacer algo para quienes les gusta tanto practicar este deporte, que no podían esperar que saliera el sol para empezar a jugar nuevamente".
El sueño de este artesano emprendedor es que se realice en Chile un torneo de Boomerang como los que hacen en Australia, España o en Argentina, donde se le considera un deporte y hasta tiene federación, pero "para llegar a eso hay que masificarlo y la mejor manera es ofreciendo y enseñando gratuitamente a lanzarlo".
Como este playero y atípico comerciante no tiene un local establecido, el mismo recorre los balnearios a lo Kung Fu voceando su producto, así que si quiere adquirir uno de estos entretes juguetitos, péguese un par de vueltas y pregunte por el Zumbao en los principales balnearios pop del litoral como El Quisco, San Antonio y Algarrobo, y por seis lucrecias se lleva para la casa el boomerang que más le guste. Además, el mismo cabro, le hará un curso express para que no termine con un par de chocleros menos.
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