A partir de un viaje que Ramón Castillo hizo al oriente comenzó una historia difícil de entender y que terminó la madrugada de este miércoles, cuando fue encontrado colgado en una casa de la calle Sephi, en el Cusco.

Antares de la Luz, líder de la secta de Colliguay, que sacrificó a su propio hijo de dos días, arrancó a Perú el 19 de febrero de este año cuando no llegó el fin del mundo y perdió la credibilidad de sus seguidores.

Según las declaraciones de los miembros de la secta de Antares, éste habría huido al país vecino con al menos 15 millones de pesos, dinero que obtuvo de los integrantes del grupo.

Hace algún tiempo, también, había recibido una fuerte suma de David Pastén (miembro de la secta), quien convenció a su familia de vender una parcela.

La huida de Castillo coincide con la intensificación de las pesquisas policiales por la desaparición del hijo de Natalia Guerra, niño quemado vivo en un ritual, el 23 de noviembre del 2012.

En la clandestinidad

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El hombre, que se autodenominaba maestro Zen, estuvo un mes escondido en Ollantaytambo, a 90 kilómetros de Cusco, que es la última localidad antes de subir a Machu Picchu.

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Según la policía peruana, vivía de la venta de artesanía, tocaba guitarra y quena para los turistas. Era frecuente verlo en la entrada del parque conversando con la gente y recolectando algunas monedas.

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Otras informaciones dicen que en este tiempo trató de refundar su movimiento en el país vecino, pero no hay ninguna prueba al respecto.

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En esa época ya había cambiado su apariencia, pero no había sido radical. Tenía el pelo muy corto, dijo adiós a la barba y conservó el bigote. Su ropa siguió siendo parecida a la que usaba en Chile.

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Cuando a mediados de abril Natalia Guerra confiesa el sacrificio de su hijo a la policía y se emite una orden de captura, Antares desaparece del mapa y según los últimos acontecimientos se habría refugiado en el Cusco.

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La investigación señala que en sus últimos días Antares sobrevivió con la venta de aves y con su música. Se habría escondido en una casona abandonada en la calle Sephi a sólo unas cuadras de la plaza del Cusco y de una comisaría.

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Sin embargo, el líder de la secta habría contado con recursos, pues según la misma policía , Antares cambiaba dólares constantemente y sólo dos días antes del hallazgo de su cuerpo recibió dinero por Wester Union.

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Durante su estadía en el Cusco (la última parte) estuvo acompañado de una mujer que sería Francisca Ceroni, joven que aseguró que los contactos con Ramón fueron esporádicos; sin embargo, esti fue desmentidos por testigos que aseguran vivían juntos en Perú.

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Finalmente la historia se cerró cerca de las 02:00 horas de este miércoles cuando Antares se colgó de una viga en la casa abandonada, donde supuestamente estuvo escondido.

Uno de los tantos vagos que solía ingresar a la casa avisó de su muerte. Vestía un jeans, una casaca, zapatos cafés, un gorro de polar y una mochila colgaba de su espalda. A nadie sorprendió su suicidio, pues no podía ser detenido como un mortal cualquiera. Él era divino.