Dicen que la necesidad crea el órgano. Hace cinco años, Juan Carlos Lillo Carrasco (58), perdió la pega y desempolvó una antigua receta familiar que además de dejarle sus buenas lucas lo hizo conocido en el ambiente gastronómico mundial.

Se trata de un exclusivo postre que prepara en casa con almendras cortadas a manopla, huevo, azúcar, agua, whisky y especias, que bautizó como "Dulce Patria".

El sofisticado hombrón escogió ese nombre en honor a su célebre bisabuelo: Eusebio Lillo, creador de la letra del himno nacional.

"La fórmula con que se mezclan estos ingredientes es tan secreta como la de la Coca Cola. Sólo yo la sé y está guardada bajo siete llaves. Aunque quieran, no pueden copiarla", contó Juancho en su stand como expositor en la quinta versión de la Feria Alimenta 2008, que finaliza hoy en el Centro Cívico de Vitacura.

"Trabajaba como gestor cultural y heredé esta receta familiar. Un día se me ocurrió comercializarla y presentarla en diferentes ferias gastronómicas y de la vendimia. De ahí no paré más", agrega.

Además de sabrosón, el postre de Lillo es el único en el planeta que se vende en frasco de vidrio y que dura un año sin refrigerar.

"Eso le da la textura y su sabor tan fino. Lo tengo registrado en 147 países", se quiebra.

Y no deja de tener razón. Su microempresa creció 600 por ciento en los primeros cuatro años.

Cuenta la leyenda que fue Juanita, una empleada de Eusebio, quien, en 1890 y estando en París, dio con la mítica combinación de ingredientes.

Jaime Salas T.