Crónica

Calillas y depresión arrinconaron al sicario

El agobio por las calillas puede llevar a las personas a los límites más insospechados, incluso a matar por el sucio dinero.

José Mario Ruz, el asesino del economista Diego Schmidt-Hebbel, del ingeniero Francisco Zamorano y de su pareja, el tecnólogo médico Héctor Arévalo, fue un próspero empresario de los cafés con piernas, hasta que las deudas se lo empezaron a comer y decidió convertirse en sicario, porque, según él, era su única salida para el descalabro económico.

Nacido y criado en la comuna de La Florida, José Ruz (44) estudió la básica en el liceo industrial Domingo Matte Mesías, en Puente Alto, y la enseñanza media tuvo que sacarla en una escuela nocturna porque se puso a trabajar.

El gusto por el dinero lo llevó a laburar en una importante fábrica de cadenas industriales, en un reformatorio de la comuna de San Fernando, en la Sexta Región; en la Fundación Ciudad del Niño y en una línea de buses.

Gracias a la buena voluntad de su primo, Marcos Eugenio Silva, quien es dueño de media docena de cafés con piernas en el centro de la capital, José Ruz también se hizo cargo de los locales "Ikabarú" y "Kournikova".

Quienes lo conocieron en el negocio de los cortados y expresos, dijeron a La Cuarta que siempre aprovechó sus conocimientos de construcción y mecánica de autos para encachar los locales y arreglar su vehículo.

MALA JUNTA

El destino quiso que en una de las remodelaciones Ruz conociera a la arquitecta María del Pilar Pérez, quien era la encargada de diseñar los boliches.

Mientras estuvo al mando de algunos locales, José Ruz hizo buenas migas con María del Pilar y al mismo tiempo empezó a endeudarse, onda que acumuló cuentas sin pagar que llegaron a superar los 80 millones de pesos.

Sin embargo, siempre encontró solución a sus problemas con la compañía de su pareja, Angélica, y del hijo de ambos. Con la ayuda de ellos y de su padre logró salir adelante y hasta remodeló su casa de calle 8 de Septiembre, en La Florida.

"Tenía pocos amigos que lo venían a ver, pero con nosotros siempre fue buen vecino. Era bueno para hacer asados, pero no tomaba, y cuando podía se arrancaba a pescar y acampar con su familia. Se notaba que los quería a todos", dijo una pobladora.

Las apreturas económicas lo llevaron a cometer un robo y también a usar fraudulentamente tarjetas de crédito.

DESMORONADO

Pese a estos malabares las deudas no disminuían. Más encima, en 2006 dejó el negocio de los cafés con piernas y quedó sin pega.

Aquejado por los problemas económicos, Ruz no lo pensó dos veces cuando su ex patrona, María del Pilar Pérez, lo contactó a fines de 2007 para encargarle un "trabajo" muy bien pagado.

El encargo consistía en matar a su marido, el ingeniero Francisco Zamorano, a cambio de un millón de pesos. La mujer le dijo que si lograba matar a la pareja de su esposo, el tecnólogo Héctor Arévalo, le pagaría 2 millones. Fue así como el 23 de abril José Ruz se convirtió en sicario al matar sin asco a los homosexuales.

CUARENTA MILLONES DE PESOS QUE LO "SALVARÍAN"

Tras asesinar a los profesionales en la casa que compartían en Providencia, José Ruz intentó rehacer su vida, pero las deudas lo siguieron martirizando.

Por lo mismo no dudó en volver a matar por dinero cuando "La Quintrala" lo llamó en octubre de este año y le ofreció 40 millones de pesos por matar a su madre, a su hermana, a su cuñado y a su sobrina. Le prometió 10 millones de pesos por cada ejecución.

Las 15 yayitas en bancos y casas comerciales y su depresión endógena no le dieron otra opción que aceptar y volver a la carga.

"Siempre anduvo complicado con el tema de las platas, debido a la deuda de su casa y porque hizo negocios que no le resultaron", dijo a La Cuarta la bella Candy, la "Kournykova chilena".

"Nuestra relación siempre fue laboral, él era maestro y yo la dueña de un café, hasta que le vendí mi parte. Hace más de un año que no lo veo, pero nunca me imaginé que llegara a matar por plata, porque siempre tenía planes laborales", dijo la muñeca.

Hasta el día que ultimó sin querer al economista Diego Schmidt-Hebbel, José Ruz estaba viviendo con Angélica en la comuna de La Florida, donde arrendaba piezas en 50 mil pesos mensuales.

Su otro bien era un automóvil Kia Pop que le había comprado al hermano de un traficante encarcelado en el penal Colina 2. Ese vehículo fue el que utilizó para arrancar tras asesinar al joven de 25 años en avenida Seminario.

En los informes comerciales, José Mario Ruz registra deudas por casi 9 millones de pesos. Legalmente está soltero, pero antes de que lo mandaran a prisión convivía con Angélica y un hijo.

Su casa de calle 8 de Septiembre está vacía.

"Una vez me dijo que tenía ganas de mandar todo al diablo y de irse con su familia a vivir a una parcela o fuera del país, pero nunca lo hizo", señaló un vecino.

La razón por la que José Mario Ruz nunca pudo mandarse cambiar fue que desde 1998 estaba arraigado por  el delito de robo con fuerza, por orden del Primer Juzgado del Crimen de Puente Alto.

Carlos Godoy S.

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