Con los bototos punta de fierro recién lustrados, un lote de treinta directivos, técnicos, administrativos y auxiliares de Gendarmería de Chile comenzaron el manso pique a pata desde Conce hasta Santiago.

La marcha de los verde palta busca que el Gobierno suelte la cocodrila, todo para lograr la esperada ampliación de planta.

El lote alega por el término de la discriminación de la que se sienten objeto a la hora de la repartija de beneficios, por lo que pide que se les otorgue "la misma categoría de trabajadores penitenciarios y, junto a ello, los mismos beneficios", aseguró Gabriel Pérez Benavides, secre nacional de la Adiptgen.

Según sus cálculos, faltarían unos ocho mil funcionarios para que el sistema funcione al estilo "Alcatraz", pero sin fugas.

También esperan que las chauchas que caigan alcancen para mejorar las condiciones infrahumanas con las que vigilan a los preciosos. En varias partes los callejones de la cárcel son más confortables que los dormitorios de los guardianes.

"Llamamos a las autoridades a que escuchen nuestra demanda, nos reciba y nos permita garantizar los derechos de las personas privadas de libertad también se respeten", remachó Pérez Benavides.

En los próximos días la comitiva llegará con las patas cocidas y pasadas a habas hasta La Moneda.