Ingresar a un pariente a estos recintos genera en muchas ocasiones sentimientos de culpa y tristeza. Sin embargo, para algunas familias es la única alternativa para tener a sus adultos mayores en buenas condiciones.

La clave está en saber elegir y prepararse para la toma de esta importante decisión. Las denuncias públicas de malas prácticas en hogares para personas mayores han desatado la preocupación de las familias que barajan esa opción. Las agresiones físicas y psicológicas perpetradas por el personal o los inmuebles que incumplían las normas básicas de funcionamiento, imponen la necesidad de fijarse bien a la hora de escoger una residencia de ancianos.

La doctora Marilú Budinich, médico del Servicio de Geriatría del Hospital Clínico Universidad de Chile, sostiene como premisa que “siempre hay que tratar que la persona mayor viva en su casa mientras pueda, y en la residencia cuando se requiera”, estableciendo este recinto como el último eslabón de una cadena de opciones, lejos del pensamiento que lo concibe como el destino inevitable de cualquier adulto mayor. Por ello, a continuación se abordarán los aspectos que deben considerarse para dejar a su familiar en las mejores manos.

Consenso, la piedra angular: ingresar a un adulto mayor a una residencia contra su voluntad es un error.

Orientación médica: una evaluación geriátrica integral del adulto mayor nos permitirá dilucidar cuáles son sus requerimientos.

Partícipe de la elección: el protagonista debiese tomar las riendas de su historia.

Documentación al día: para evitar ser víctima de irregularidades, debe solicitarse el documento que registre al hogar de ancianos en la Seremi de Salud.

Ubicación: la cercanía entre la residencia y la familia del adulto mayor, así como la permanencia en un mismo barrio son fundamentales.

Individualización del nuevo hogar: es importante recalcar la necesidad de convertir la residencia en un verdadero hogar para la persona mayor.