Demonio de Tasmania se portó como un caballerito

Un pequeño tornado café se deslizó por las calles de San Miguel, dejando el despelote a su paso. Todos miraban pero nadie cachaba qué rayos era la mancha que giraba y giraba.
Cuando se detuvo en la Fundación "Mi Hijo", todos respiraron tranquilos. No era Condoleezza Rice, era el mismísimo Demonio de Tasmania, quien se vino desde su casa en los estudios de la Warner Bros para visitar a unos peques enfermitos de cáncer.
Aunque la mayoría de las veces "Taz" rompe todo, esta vez se portó como un caballero y sólo se dedicó a repartir abrazos. Un poco apretados, pero no importó.
Como vino de tan lejos, no se quiso pegar el viaje solo, así que el desordenado invitó a sus compadres.
El primer colado fue el delicado conejo Bugs Bunny, que andaba con la tremenda zanahoria de puro goloso.
CARRETE
El orejudo también se fue a carretear con los niños de la fundación, donde hay veinte pitufitos que padecen cáncer.
"¿Qué hay de nuevo, viejo?" , dijo el amigable conejo de la suerte para romper el hielo y lo logró.
Los peques la pasaron de maravilla con el ritalín de la colita parada.
Pero habían más estrellas. Primero entró corriendo un gran pajarito amarillo que comentó: "Me parece haber visto un lindo gatito". Tenía razón porque detrás de él venía "Silvestre", el gato de la nariz roja que se lo quiere servir con ketchup y papas fritas.
"Piolín" y "Silvestre" se persiguieron por las veinte habitaciones que tienen los niños de la fundación, pero como era de esperar, se quedó en el intento.
Los monitos de Looney Tunes se apoderaron de la casa de acogida durante toda la mañana.
"Son súper bonitos. Le mandé saludos al Coyote", contó el pequeñín Cristián López (7) quien lo pasó mejor que cachupín con dos colas.
Mónica Jorquera E.
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