Si hay un tema que ha tenido durante décadas de cabeza a los científicos es qué diantres determina el impulso sexual de una fémina. Y parece que la gran interrogante ha llegado a su fin, gracias al trabajo de un grupo de científicos gringos.

Según un estudio la Universidad del Estado de Florida, publicado en Evolution of Human Behavior, el meollo del asunto está en que las mujeres son capaces de oler a su "competencia", a otras evas que están ovulando, y desde ahí todo puede pasar.

"Cuando una mujer detecta que otras están en su momento más fértil del mes, segrega un pico de testosterona que bloquea la acción de la corteza prefrontal del cerebro sobre su control sexual. Y bueno... desde ahí estamos dados para el éxito", señala James McNulty, uno de los científicos responsables de la investigación.

Chao prejuicios, bienvenida naturaleza

1

Se vuelven chúcaras y hostiles con otras evas

El patatú de testosterona no vuelve masculinas a las doncellas gracias al equilibrio con los estrógenos. Sin embargo, las hace menos tolerantes e incluso hostiles con cualquier chiquilla que esté a su alrededor.

2

Es el momento en que se rinden al sexo casual

Según los entendidos las féminas casi tienen un bloqueo genético al sexo casual que equilibra la naturaleza frente a los impulsos básicos de los varones, pero éste se va a la chuña cuando la testosterona invade sus cuerpos. Si hay un momento en que ellas dirán sí al sexo casual es después de un concierto de Ricky Martin o cualquiera que concentre chicas por mil.

3

Tienen orgasmos más intensos

Ahora si a la invasión de hormonas masculinas sumamos la propia ovulación, gana la casa. Esto porque sus orgasmos serán más largos e intensos, principalmente por estar más loquilla y agresiva sexualmente. Los capos de este cuento explican que la reacción provocada en las mujeres por el olor a fertilidad debería producir las dos respuestas básicas del ser humano: luchar o huir. Pero al igual que la lógica de un animal que se encuentra acorralado, cuando el factor huida se suprime, sólo queda el ataque como respuesta.

Fuente: lenguajecorporal.org