El niño que se convirtió en el hombre más querido de Chile

Alto y delgado como una espiga, Felipe Humberto Camiroaga Fernández desde chico fue un cabro alegre, bueno pa' la talla, la conversa y pa' enamorar chiquillas.
Nació el 8 de octubre 1966 en Santiago y en los dos colegios que estudió, el San Ignacio del Bosque y Marshall, siempre se mostró alegre, aunque en su corazón había una gran pena: la ausencia de su madre, María de la Luz Fernández, quien se separó de la familia que cuenta cinco hermanos cuando él era un pibe. Felipe se crió con su papá, Jorge, su gran compañero, con quien mantuvo siempre una relación de cómplices y amigos.
De su niñez, el "Halcón de Chicureo" -como lo bautizó cariñosamente La Cuarta por su pasión por dichas aves- solía comentar que era un cabro chico que se las arreglaba solito. Desde los seis años se iba en micro al colegio sin chistar, imagínese.
De péndex era decidido y clarito para expresar lo que quería. Ese carácter lo llevó a decir públicamente en 2008 que su voto era para Michelle Bachelet, que quería que ganara; y, en 2010, a exigirle en cámara al ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, que no se hiciera la termoeléctrica en Punta de Choros y lo logró.
Su lucha contra "la farándula cruel", como la llamaba, le hizo golpear la mesa contra los ejecutivos de CHV y la semana recién pasada reprobó al cocido En Portada, de UCVTV, por la "crueldad" en su comentarios.
Tras salir de cuarto medio se metió a estudiar actuación al Club de Teatro. Si bien le gustaba lo que aprendía, luego de un año prefirió cambiarse a comunicación audiovisual.
Terminó la carrera y en 1989 llegó al canal RTU (actual CHV) a realizar su práctica profesional. Fue asistente de dirección, detrás de cámara, sujetando cables. Encachado y por sus casi dos metros de altura no pasaba piola -sobre todo para las mujeres- en el entonces chiquiturri canal. Tiraba pinta, tenía ángel y ganas de estar en TV. Los jefazos de RTU le propusieron hacer una prueba en la popular pomada Extra Jóvenes. Allí una jovencita Katherine Salosny, que harto que lo miraba, era figura. Esa oportunidad loca que le dieron fue el momento en que Camiroaga y la pantalla se juraron amor eterno.
En 1992 TVN lo ficha para que pruebe suerte con un matinal junto a Tati Penna. El proyecto se llamaba Buenos Días a Todos. Había conseguido el puesto de animador en poco más de dos años.
Sin embargo, bastó que le ofrecieran ser actor en la teleserie Jaque Mate para que renunciara al matinal. Le quedó gustando tanto la ficción que al año siguiente se tituló de galán telecebollesco en Rojo y Miel. Ya con el sueño actoral cumplido, le volvió a picar el bichito de la conducción. El Chapuzón, Motín a Bordo, Contigo en Verano fueron programas a los que el cofla les puso todo el corazón, pero en la dura les fue como el ajo y hasta se habló que su pega como animador no duraría mucho.
Los que lo pelaron más tarde se tuvieron que morder la lengua. En el 98 Felipe y la rubia periodista Karen Doggenweiler se lanzaron con un programa de tarde, el Pase lo que Pase y fue un éxito por 5 años.
Este fanático del sushi y de los tocomochos, se consolidó como animador, como rostro y, lo más importante, como uno de los carachos televisivos más queridos por la gente. Su humor lo echó afuera creando personajes pa' la pura risa: El Charro, el Washington y Luciano Bello.
Tiró p' arriba, volvió al Buenos Días, firmó con una multitienda, tuvo su propio cocido estelar, Animal Nocturno, todas las encuestas lo empezaron a situar en el primer lugar de popularidad y credibilidad.
Ganó todos los Copihue de Oro, guaripoleó el reality Pelotón en sus versiones más exitosas, animó dos años el Festival de Viña junto a Soledad Onetto. Plata, autos, casa, fama y mujeres locas por él. ¡Qué más!
"Soy cero ambicioso", aclaró en una de las tantas entrevistas que concedió y en la que se abrió a hablar de sus intimidades, cosa difícil, puesto que había que apretarlo con fuerza para que soltara un cachito de su vida privada.
El plano amoroso era un punto aparte. Todas sus pololas conocidas fueron de la tele. Cuando todo Chile ya se imaginaba que con tal sí se casaba, la noticia era otra: que había terminado.
Alguna vez dijo que no le mataba tener una pareja, porque era un tipo extremadamente independiente y autosuficiente. Por lo mismo sus tremendas ganas de ser papá no sólo las pensaba dentro de un matrimonio o con una pareja estable, pues adoptar como papi soltero también estaba dentro de sus opciones.
Reflejaba una vida soñada y perfecta para cualquiera, pero Felipe Humberto no la consideró como tal hasta que se reencontró con su madre, quien residía en España. Desde ese minuto ella entró en sus prioridades, los viajes se hicieron una cotidianeidad entre Madrid y Santiago.
Recuperaron mucho tiempo perdido hasta que el 2006, la señora falleció de un cáncer. El golpe fue durísimo para él, y sus cercanos dicen que jamás lo pudo superar. "No hay día que no piense en mi mamá", confesó una vez.
Imperdibles
Lo último
hace 18 min
18:28
16:21
04:00
16:15











