Cuando la peste negra azotó Europa en el siglo XIV, un médico quedó impactado al ver que una familia completa se mantuvo sana ante la epidemia. Tras investigar el asunto se dio cuenta que ellos dormían con una cebolla abierta en el velador, la cual había "atrapado" el virus mortal.

Siglos más tarde, en 1919 hubo una pandemia de gripe, la cual cobró millones de vidas. Nuevamente un galeno se dio cuenta que los pocos que se salvaron tenían una cebolla en casa. Tras analizarla bajo el microscopio encontró que ésta había absorbido los microbios.

Así reza la historia, la cual hasta el día de hoy se practica. Pamela Barboza es una lola que cada vez que siente que se va a enfermar, agarra una cebolla, la parte por la mitad y la coloca en su mesita de noche.

- ¿Cómo te enteraste de las propiedades de las cebollas?

- En el verano me estaba resfriando y me recomendaron comer harta cebolla. Busqué en internet y llegué a una página que decía que poniendo una cebolla partida en el velador durante la noche ayudaría a que se pasase el resfrío.

- ¿Qué resultado tuviste?

- Mágicamente al día siguiente disminuyeron los síntomas. Así, cada vez que me resfrío hago el mismo ritual con la cebolla, y me funciona.

- ¿Sabías que hubo gente que se salvó de la peste negra gracias a que tenían una cebolla partida en sus casas?

- No, pero no subestimo el poder de la cebolla.

- ¿Recomiendas el método?

- Sí, al menos lo que hago yo. Si sé de alguien que se está resfriando le digo que coma harta cebolla y deje una en su velador.

Pamela no es la única que practica el método. Salvador Molina chanta una cebolla todos los días en su velador y así ha pasado coladito varios inviernos.

"La cebolla se pone negra y es cuando ha atrapado los virus y bacterias", dijo.