Hasta el más analfabeto en el universo digital es capaz de entender lo que se quiere expresar con la gama más básica de emojis. Y mientras más metido se está en este océano de caritas y símbolos, más fácil es generar incluso un código de comunicación, casi un lenguaje con vida propia.

Es que en estos tiempos las palabras han pasado a segundo y tercer plano a la hora de la comunicación veloz por redes sociales, siendo los emoticones y los audios las vías predilectas para entregar un mensaje.

De esto se dieron cuenta en el departamento de Arqueología del Museo de Israel, en Jerusalén, donde siempre los profesionales que allí se desempeñan han tenido complicaciones al momento de explicar a los visitantes en qué consisten los jeroglíficos, y no hallaron nada mejor que, de la mano con los tiempos, hacer un parangón con los populares emojis.

Ben Dor Evian, egiptóloga y comisaria de la exposición "Emoglifos: la escritura ideográfica, desde jeroglíficos hasta los emojis", confesó que "me di cuenta de que el público estaba fascinado por los jeroglíficos, pero que me resultaba muy difícil explicarlos. Ahora es más fácil explicitarlos, ya que todos escribimos con imágenes".

Estos expertos europeos, que hace una semana están presentando esta expo que homologa a alguno de los emojis de uso diario con la antigua forma de comunicación de los egipcios, coinciden en que "hay una similitud en el diseño y la forma, lo que es muy interesante, porque miles de años y grandes diferencias culturales separan a los dos sistemas", puntualiza Ben Dor Evian.

Entre los símbolos que "se repiten" entre una y otra generación, llama la atención el de los brazos abiertos con la expresión "no tengo idea", el del perro y otros que expresan estados de ánimo, como alegría o tristeza.

Por si prendió...

¿Le dieron ganas de conocer esta exposición? Vaya cotizando los pasajes a Israel, ya que estará abierta hasta octubre de 2020, y además de los "emoglifos", también podrá admirar antigüedades egipcias nunca reveladas al público, como un collar hecho de lino y papiro y cubierto de oro y que tiene la inscripción de un escarabajo, símbolo de resurrección.

"Como egiptóloga, mi objetivo es demostrar que no hay que ignorar lo antiguo, porque lo antiguo sigue siendo relevante en nuestra vida de hoy", concluye la experta.