Después de tantos años de lucha en contra de las cargantes alergias respiratorias, que han tenido a la mitad la población pasándola como el ajo cada primavera, parece que ya encontraron el antihistamínico que la lleva.

Para Mahmood Bhutta, otorrinolaringólogo del Hospital Wexham Park; y Harold Maxwell, psiquiatra del Hospital Universitario West Middlesex, un "achís" podría ser lo mismo que un "te quiero puro comerte".

Los iluminados están convencidos que pillaron hace rato el eslabón perdido entre el estornudo y las ganas locas de cacheteo gracias a un paciente que sufría crisis del cargante reflejo y no había quien lo parara.

Tras atenderlo llegaron a la conclusión que el cabro era de sangre caliente y cuando no podía derrochar su amor el cuerpo se sacudía a puro estornudo. El drama es que, como muchos, el muchacho andaba conectado las 24 horas del día.

Los doc pensaron que tal como el origen de muchas gastritis es un bicho que pasó piola por décadas, quizás la madre de la milanesa de un lote de supuestas alergias  tenía que ver con el sudor cuerpo a cuerpo.

Buscando aquí y allá se toparon con 17 próceres con el mismo drama e, incluso otros que el festival de estornudo venía tras un orgasmo.

De ahí no pararon hasta concluir que "este fenómeno podría ser mucho más común de lo que se piensa, aunque no se conoce porque quizá la gente no habla de ello porque lo consideran algo vergonzoso", explicaron.

Agregaron que este problemilla se debe a "un defecto en las conexiones neuronales", algo así como andar con los cables mal enchufados. Esto llevaría a que las señales que envía el cerebro podrían cruzarse, haciendo que algunos estornuden cuando piensan en el placer de la carne.

Estaríamos hablando de del sistema nervioso  autónomo, una región que está fuera de nuestro control y se encarga del control inconsciente del ritmo cardiaco, la digestión y la dilatación de pupilas, entre otras cosas.