Crónica

Fantasmas igual celebran el "Bi"

Los titanes que trabajan como guardias en el Cementerio Número 3 de Playa Ancha están curados de espanto con todas las entidades, energías y fantasmagóricas apariciones que, a lo más Cuentos de la Cripta, tratan de asustarlos especialmente en las noches cuando hacen ronda entre los mausoleos, tumbas y nichos del mayor camposanto de Valpo.

Un piño de valientes jóvenes que, bajo el nombre de "Tour Nocturno Cementerio", realiza visitas guiadas a turistas. Cuentan que en el "Número 3" suelen verse u oirse "cosas".

"Una vez en verano salí a dar una vuelta para asegurarme que nadie quedara en el cementerio, porque anochecía. Había luz y encontré en uno de los pasillos a dos chicas jóvenes. Me dijeron que las dejara ver a su abuelita que había muerto hace poco, pero cuando se metieron a uno de los pasillos desaparecieron", cuenta Francisco Leiva, quien trabaja hace siete años en este camposanto.

Mito o realidad, este cementerio, que data de 1887 y que es el segundo más grande de Chile, está plagado de historias y leyendas.

MARTÍN BUSCA SE FUE AL MÁS ALLÁ SIN PAGARLE AL COLUDO

Otra de las asombrosas historias de este camposanto es la del pepillo Martín Busca Vilanova. Según su leyenda este hombre, nacido en 1868 en Garriguella, España, habría llegado al puerto con una mano atrás y otra adelante a fines del siglo XIX o principios del XX.

Fue así que, empobrecido como rata, este coño decidió ofrecerle su alma al malulo a cambio de riqueza, contrato que Busca no cumplió.

"Él a cambio de su espíritu le pidió riquezas al diablo y se suponía que una vez que su cuerpo tocara la tierra el demonio se apoderaría de ella, pero él -antes de morir- diseñó un mausoleo antisísmico, su sarcófago es sostenido por cuatro patas de dragón con seis dedos, a modo de burla, las cuales elevan su tumba de la base que está a tres peldaños del nivel del suelo. O sea, se las rebuscó para no pagar", relata Pancho.

"Aquí viene gente a invocar al diablo, porque piensa que aquí lo puede encontrar. Es por esta razón que sobre su tumba hay signos satánicos, pero también hay otras personas que le traen flores y le dejan monedas por lo que hizo por los pobres", explica.

EL BAMBINO TRAVIESO QUE NO QUIERE ESTAR ENCERRADO

Dicen que de la familia de Valentini Pisoni ya no queda nadie vivo y, quizás, por eso la gente sigue visitando y arreglando su tumba, lugar que ha sido la cuna de uno de los mitos más conocidos de este cementerio.

Según los decires populares, Valentini murió de forma violenta a los 7 años en manos de un familiar, quien le arrebató la life un 4 de octubre de 1891 y tras ser sepultado su cajón comenzó a aparecer en la calle.

"A raíz de eso, se buscaron varias formas para que este ataúd no saliera de su mausoleo, por ejemplo, se le encadenó, se le hizo un sarcófago de cemento, pero aún así seguía este problema. Por eso, se hizo la rotonda con un ángel frente a su tumba y se le selló el sepulcro y así se fue terminando esto de que el féretro saliera en las mañanas o al menor descuido", dice Francisco.

Sin embargo, el sellado de su tumba y la reja de hierro de acceso a su mausoleo están abiertas.

"Creo que si esto realmente pasó fue porque él, como niño, no quiere estar encerrado", agrega el funcionario un poquitín con cuco.

EL FRANCÉS QUE FUE FUSILADO Y QUE HASTA AHORA ES ÍDOLO

Uno de los lugares que no pasa piola en el Cementerio Número 3 es la animita de Emile Dubois, la cual está tapizada con placas de mármol con agradecimientos por favores concedidos, incluso de personas de puntos tan distantes como Antofagasta.

Emile Dubois, quien realmente se llamaba Louis Amadeo Brihier Lacroix, nació en Étaples, Francia, en 1868 y como tantos otros inmigrantes llegó a Valpo a principios del siglo XX. Su historia se hace conocida, luego de caer precioso por su supuesta participación en cuatro asesinatos cometidos entre los años 1904 y 1906.

Por esos crímenes, que nunca llegaron a comprobarse del todo, Emile Dubois fue considerado el primer asesino en serie de Chile. Pagó con su vida al ser fusilado en 1907.

Frente a los fusileros no permitió que le vendaran los ojos y dijo: "El pueblo me recordará como santo".

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