El feliz epílogo de las basureadas casas Copeva

Plan vecinal y de gobierno  busca cambiarle para siempre la cara a las polémicas construcciones de la década del 90, que se llovían completas en cada invierno.

"Un problema emblemático necesita una solución emblemática. Porque lo que se hizo acá fue una falta de respeto a la dignidad de las personas, y hoy esa dignidad debe ser recuperada".

Con esta frase, Raúl Lizana, histórico dirigente vecinal de las denominadas "casas Copeva", definió el proyecto que se desarrolla en la villa Bernardo Leighton de Puente Alto, y que tiene como finalidad agrandar y revestir, de forma definitiva, las tristemente célebres viviendas. Las mismas que se entregaron a mediados de los noventa y que por la precariedad de su material en los inviernos se inundaban enteras, por lo que debían ser cubiertas con  plástico.

Según el relato de Lizana, que preside el movimiento "Una nueva imagen para las casas Copeva", cada invierno deben lidiar con la humedad y los hongos que aparecen en las habitaciones de sus viviendas. Por eso presentaron al gobierno un proyecto serio para darle una nueva cara a sus famosas casas. "Han sido siete años de trabajos de todos los vecinos, pero recién estamos comenzando . Espero que la solución definitiva llegue a todos los proyectos", sostuvo el dirigente.

De acuerdo a cifras entregadas por el Ministerio de Vivienda, serán 1.143 casas construídas por Copeva las que pasarán por el "enchulamiento", que también incluye paneles solares que permite a los vecinos bajar las cuentas de electricidad en hasta 70%. Ojo, que son proyectos distintos a los recordados departamentos sociales de Bajos de Mena que se inundaron y que fueron demolidos en 2014, aunque sufrieron las mismas consecuencias.

"No se trata solo de mejorar las viviendas, aquí hay recuperación de dignidad. Este proyecto busca mejorar la calidad de vida de las personas. Tarde, pero llegamos con respuestas, respuestas que nacen desde inquietudes de los vecinos", comentó Cristián Monckeberg, mandamás del Minvu.

Lucha eterna

A mediados de 1995, Idiolet Aroca (69) recibió las llaves de su nueva casa de manos de Copeva. Al fin cumplía el sueño de su vida de vivir junto a dos sus hijos en "algo propio". Sin embargo, al primer invierno notó que la cosa no se veía bien y que con cada lluvía se mojaba entera. Así pasaron 25 años.

"Me mojé entera, cuando llovía ponía toallas en el piso, plásticos en la pared, porque se mojaba todo. Se llovía el comedor, el dormitorio. Fueron muchos inviernos los que vivimos así", recuerda la mujer, que en tres semanas más podrá disfrutar de la nueva versión de su casa, por la que tuvo que desembolsar 90 mil pesos.

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