Sólo falta que el edificio de La Cuarta esté en el centro para que ahí se ubiquen las instituciones más importantes del país, como La Moneda, los tribunales de justicia, la catedral o la clásica fuente de soda Dominó, que está celebrando 57 años de funcionamiento.

El Dominó partió gracias a una pulenta idea de Pedro Pubill. Al caballero se le ocurrió instalar un boliche al estilo gringo de la época, con harto acero inoxidable y variedad de productos.

El primer local abrió sus puertas en Agustinas y ahora hay veinte. La especialidad de la casa es el único, grande y nuestro completo, que preparan con una receta ultra secreta que esconden en una caja fuerte en el fondo del mar.

Para festejar el cumpleaños la administración lanzó una promoción. Ayer y hoy venden dos completos por el precio de uno a mil 200 pesos.

José Alarcón atiende hace 43 años en el local más antiguo. Por sus manos han pasado buena parte de los 42 millones de completos que se estima que sólo esa sucursal ha vendido en su historia.

El garzón es feliz en su pega. Llegó a los 26 años y confiesa que se siente "un hombre completo", italiano, palta mayo con un poco de ají y un vaso de bebida, maestro.

El veterano de mil sánguches ha visto evolucionar al público del centro que visita el negocio. "Antes la gente era más tranquila, ahora la mayoría anda estresado", teorizó al respecto.

Joaquín Medina es una cabro nuevo, sólo lleva 24 años trabajando en el Dominó y ha visto pasar tantos sánguches por sus manos que da hambre conversar con él. El mayor número de completos que ha visto que un cliente se mande a guardar son cuatro, pero conoce la historia de un concurso entre enajenados glotones que se desafiaron a comer más que el contrincante. La cifra no la recuerda, pero está casi seguro que todos se fueron felices rodando a su casa.