Hallan cadáver de caracol que se extinguió por baboso

A los estudiosos o coleccionistas de caracoles y otros moluscos, como lo fue Pablo Neruda, se les llama malacólogos, y a los que encuentran casualmente conchas prehistóricas en algún botadero, productores de cine bizarro, suertudos o cuevudos. Este último es el caso de Manuel Ahumada Cáceres (21), quien, buscando donde asentar sus posaderas luego de un largo viaje en moto, terminó apotingado sobre el fósil de un caracol de media tonelada de peso.
Ahumada vive en Santa Cruz, es técnico agrícola, motoquero y un apasionado por la fotografía, por lo cual realiza largos paseos por el valle en busca de motivos para expresar su arte. Así llegó hasta el sector de La Lajuela y cuando exploraba tras un sitio para descansar, se percató de que lo que a primera vista le pareció sólo un camotazo de grandes dimensiones, tenía la forma de un bicho enrollado en espiral.
Picado por la curiosidad, el joven utilizó la lente de su cámara para obtener un mejor acercamiento del hallazgo, y así quedó convencido de que, en realidad, la roca era un gigantesco caracol antediluviano, de esos que hoy ya no existen sobre la Tierra, porque, por su peso y lentitud para reaccionar, no alcanzaron a subirse al Arca de Noé y se extinguieron por babosos.
"Lo fotografié y luego comparé las imágenes con las que encontré en internet. Sólo entonces me di cuenta de la importancia del hallazgo", verseó Ahumada. En el lugar del descubrimiento se aprecia el desprendimiento de una ladera, por lo cual el curioso cree que fue el terremoto del 27 de febrero el que dejó al descubierto el fósil.
Al cabro le costó un mundo trasladar el cadáver del molusco. La fuerza de cinco amigos no bastaron, así que tuvo que conseguirse un tecle para levantarlo y subirlo a una camioneta. "Y allí lo tengo, aún no sé qué hacer con él", sostiene. Una de las posibilidades es que el caracol monstruoso de La Lajuela sea un amonites gigante, como los que han encontrado científicos argentinos en Tierra del Fuego. Estos bicharracos desaparecieron hace 75 millones de años, y son parientes lejanos de los actuales calamares y pulpos.
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