Tuvieron que pasar como 100 años antes de que alguien muy fijón se diera cuenta en Antofagasta que el famoso y querido león que engalana con su aguerrida estampa la Plaza de Armas, no tiene un pequeño gran detalle: Su quinta pata.

Ubicado en la plaza Colón, epicentro de la ciudad de Antofagasta, el animal fue un regalo que los españoles hicieron en el marco del centenario de Chilito en el año 1913, para el Día de la Raza. Tras la cachá de años, ahora la estatua de bronce que es parte de la historia de los nortinos aparece cuestionada sobre su sexualidad.

Uno de los capos de la historia de la perla del norte es el ex alcalde Juan Floreal Recabarren, quien deja claro que la situación incomoda la masculinidad del mamífero.

"En ese tiempo era inapropiado ponerle el miembro y podía atentar contra la moral, imagínate si hubiese una estatua de un burro, eso primero no cabe y llamaría mucho la atención", parló riéndose al diario pop don Juan.

Si bien ahora no se sabe si los pepes moldearon una gran gata con peluca, quien defiende a morir su gran pinta de rey de la selva es Héctor Ardiles, encargado del Área Histórico y Patrimonial del Museo de Antofagasta, quien juega todas sus fichas a que no hay que tildar de mamasán al "gatito".

"Es un ícono de la ciudad, no hay que cortarle la cola, él es bien macho, además se juega con la ilusión de todos aquellos que nos sacamos una foto junto al majestuoso león", confirmó a La Cuarta el defensor del cuestionado leoncito.

El monumento es obra del escultor catalán Antonio Argullol y fue entregado a la ciudad en ceremonia pública el 12 de octubre de 1913, de manos de representantes pepillos. Recibió el regalo el alcalde de entonces, Maximiliano Poblete.