Humberto Barahona ha metido chala en micros y camiones basureros para surgir

Hay quienes desde mozalbetes le ponen el hombro a la pega, lo que suele determinar el rumbo de sus vidas. Ése es el caso de Humberto Barahona, el titán de esta semana.
Con sus 67 apios verdes a cuestas, Barahona anda paradito por la vida, ya que "estoy acostumbrado a trabajar" y no piensa cambiar por nada del mundo su forma de ser.
El hombrón aprendió con su taita a manejar el camión familiar, ya que "éramos doce hermanos y yo debía ayudar para mantenernos". Debido a esto desarrolló "la costumbre de conducir".
Así las cosiacas, Humberto laburó durante 25 años en un camión frigorífico que iba a buscar carne a Temuco para faenarla en Lo Valledor. Pero el frío de las cámaras de refrigeración "me afectó los huesos" y debió retirarse.
VOLANTEO
Luego de dejar esta pega, el cumpa se dedicó a manejar todo tipo de transportes, desde microlias hasta el actual camión recolector de basura con el que se esfuerza por dejar como chiches las calles de Ñuñoa.
"Llegué en 1999 a esta pega", cuenta el as, quien reconoce que "aunque el horario es pesado, no me veo tirado en la casa mirando las paredes".
Pero no lo hace por amor al arte: "Debo seguir trabajando, pues soy jubilado y gano muy poco, como para poner a reposar mis huesos".
Lo que sí lo hace inflar el pecho como paloma son sus dos hijos profesionales, que lo miman caleta. "Me costó mucho pagarles la universidad, pero salimos adelante", señala orgulloso.
Con todos sus años de circo, las anécdotas le sobran a Humberto, aunque reconoce que con la limpieza "he andado medio quemado, puras desgracias, nomás".
- ¿Qué le ha pasado?
- Jajajá... Varias cosas. Lo primero fue que una vez se me cayó uno de los cargadores del camión y quedé entero morado por el golpe.
- ¿Pero no le pasó nada más?
- Seguí trabajando como si nada, pero al otro día no me podía ni mover.
- ¡Chupalla!
- Pero la más fea me pasó no hace mucho, cuando se quedó trancada la prensadora de basura y me bajé a ayudar. No me va a creer lo que pasó...
- Cuente, antes que me coma las uñas.
- Sin querer quité el freno de mano y el camión estaba en una pendiente... Se me fue la máquina y arrasó con la reja de un condominio. Quedó la mansa escoba.
- Chuatas, el manso ni qué condoro...
- Jajajá. El encargado del recinto quería que le arreglara ahí mismo la cosa, pero el seguro pagó todo y me salvé del cacho.
- Menos mal...
- Sí. Desde ahí no me han pasado más cosas malas, pero nunca se sabe cuando el diablo mete la cola.
- Oiga jefazo, ¿y hasta cuándo le da al volanteo?
- Desde el año 60' que trabajo para surgir. Y lo he logrado, así que estaré hasta que El de Arriba quiera
Alfredo Jacques A.
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