Juan Barros, el obispo de la discordia

Su presencia en la multitudinaria misa que celebró el Papa Francisco, en el Parque O'Higgins, durante su visita al país en enero, bastó para que el nombre de Juan Barros Madrid (61) volviera a estar en la primera plana de la contingencia.

Desde aquella jornada -el ahora renunciado obispo de Osorno- no volvió a encontrar la paz producto de las acusaciones en su contra: era sindicado de haber sido testigo y encubridor de los abusos sexuales cometidos por el ex párroco Fernando Karadima en la parroquia Sagrado Corazón de Jesús de El Bosque.

"Se han dicho muchas mentiras respecto de lo mío (...) Una cosa es haber participado de una parroquia y otra cosa muy distinta es haber sido testigo de cosas por las cuales se condenó a un sacerdote. Jamás fui testigo de eso", se defendía por esos días ante el acoso de la prensa mundial.

La vocación. Juan Barros Madrid estudió en el Colegio San Ignacio El Bosque y durante su adolescencia ingresó a la juventud de la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, de Providencia, guiado espiritualmente por el Padre Fernando Karadima Fariña.

Al salir de cuarto medio y rendir la Prueba de Aptitud Académica (PAA), ingresó a Ingeniería Comercial, en la Universidad Católica. En dicha casa de estudios alcanzó a cursar hasta el tercer año de la carrera antes de dar el golpe de timón y seguir otro rumbo.

Al sacerdocio

El 12 de abril de 1977 cambió álgebra y cálculo por la Biblia al ingresar al Seminario Pontificio Mayor de Santiago. Años más tarde fue ordenado diácono y en 1983 egresó con el grado de Bachiller en Ciencias Religiosas.

En lo laboral fue el secretario privado del entonces arzobispo de Santiago, monseñor Juan Francisco Fresno, rol preponderante a la hora de, según las víctimas de Karadima, ocultar las denuncias en su contra. "Cuando las recibía, él simplemente las rompía", dijo en una oportunidad Juan Carlos Cruz, uno de los denunciantes.

Barros fue sacerdote por 30 años y se desempeñó como obispo castrense de las Fuerzas Armadas antes de su nombramiento en Osorno, por parte de Francisco, en febrero de 2015.

En la interna de la Iglesia Católica, 30 sacerdotes y diáconos de Osorno enviaron una carta al nuncio apostólico, Ivo Scapolo, donde declaraban sufrir "mucha tribulación" y estar "confundidos e irritados" por el nombramiento de Barros.

"No nos sentimos acogidos, menos comprendidos por la jerarquía de nuestra Iglesia", aseguraban a través de la carta al representante vaticano en Chile.

Sin embargo, lo que propició su caída fue el respaldo que le dio el Papa, algo que no fue bien recibido en el mundo, generando una ola de críticas al Pontífice, quien debió tomar cartas en el asunto e iniciar una investigación exclusiva sobre abusos sexuales en el país.

Y en este caso el hilo se cortó por lo más grueso: Barros y otros 33 obispos renunciaron a sus cargos.

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