Karatecas patalearon con tuti en La Moneda

Pedro Pino (71) es un capo de las artes marciales que hace 31 años importó el karate Kyokushin a nuestro país y abrió su academia para todo aquel que quisiera practicarlo.

El Señor Miyagi criollo, como le dicen los locatarios del barrio San Diego, donde tiene su gimnasio, fue de los primeros en acreditar su dominio en mahuachis y patás en el hoci ante la Dirección General de Movilización Nacional, organismo que regulaba hasta hace unos años este tipo de disciplina.

Luego de una modificación a las leyes (ver recuadro) el karate, judo, box, esgrima, lucha, taekwondo y kendo dejaron de ser reguladas por la DGMN y su práctica quedó con chipe libre.

"Hoy en día el karate está sin Dios ni ley. Cualquier persona puede instalarse en una academia, ponerse un cinturón y empezar a hacer platita sin siquiera tener conocimientos de la actividad", pataleó don Pedro, quien es el presi de la Federación de Karate Kyokushin, quien llegó hasta La Moneda a expresar sus descontento.

El hombre, cuyo grado en la disciplina llega al 7° dan, alegó que la falta de control hace que hoy no se tenga conocimiento del número de personas que practican técnicas de defensa y ataque. En efecto, sostuvo que la normativa anterior exigía papel de antecedentes a fin de evitar que delincuentes se perfeccionaran en los gimnasios.

"Hoy enseñan artes marciales en cualquier parte: centros comunitarios, sedes sociales e iglesias. Y no pagan ningún impuesto, ni patente municipal", dijo.

Querella

Sin embargo, lo que enseñan en dichos lugares no es lo mismo, según sapeó el karateca Felipe Urrutia, cinturón negro 1° dan. "Al igual que el karate deportivo, hay lugares donde no enseñan la solemnidad y lo estricto que son las verdaderas artes marciales. Esto no es un deporte, sino un estilo de vida".

Según ellos, al no estar reguladas las artes marciales también se dio manga ancha para que delincuentes la ocupen para generar más violencia en la calle.

La mala pata ha perseguido en los últimos meses al senséi Pedro Pino, pues descubrió que varias academias a lo largo del país usaban su nombre e incluso utilizaban su chapa para pedir plata.

"Interpuse querellas criminales contra quienes usan las marcas sin autorización en La Serena, Antofagasta, Concepción, Penco, Los Ángeles y en Santiago", movió el nunchaku y aseguró que está la patá con la disciplina por falta de control.

La ley lo dejó como deporte

El 19 de noviembre de 1984 se publicó la ley 18.356 que establece las normas sobre el control de las artes marciales. Las disciplinas eran normadas por la DGMN y Carabineros era la institución a cargo de tener el control de estas actividades.

Sin embargo, el 12 de mayo de 2003 vio la luz la ley 19.867 que excluyó siete disciplinas de dicha regulación y señaló que "no son considerados como artes marciales, siéndoles aplicables para su ejercicio, fomento, protección y control las normas de la ley Nº 19.712, Ley del Deporte, con el objeto que ellos se desarrollen de acuerdo con la reglamentación que les dé un carácter estrictamente deportivo".

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