La caída de Al-Zawahri: cómo la CIA cazó durante dos décadas al número uno de Al Qaeda

Ayman al-Zawahri. Foto: AP Photo/Mazhar Ali Khan
Ayman al-Zawahri. Foto: AP Photo/Mazhar Ali Khan

El terrorista apareció en su balcón y miró al cielo antes de morir: la CIA lo estaba observando desde hace semanas, hasta que el domingo disparó dos misiles Hellfire.

El cirujano egipcio Ayman Al-Zawahri era buscado por Estados Unidos por coplanificar los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001.

Por más de dos décadas, se mantuvo oculto del radar de las agencias de inteligencia estadounidenses. Y tras la muerte de Bin Laden asumió como el nuevo número uno del grupo terrorista Al Qaeda.

El día de su muerte, Zawahri subió hasta el balcón de una casa de seguridad del centro de Kabul donde se refugiaba.

El líder de Al Qaeda de 71 años, trepó al tercer piso de un exclusivo barrio afgano alrededor de las 6:15 de la mañana del domingo, según reconstruye un reportaje de The Washington Post.

El medio explica que el egipcio solía aparecer allí por las mañanas, poco después del amanecer. A veces leía. Y siempre estaba solo.

O eso era lo que él pensaba, porque la CIA lo vigilaba en todo momento desde comienzos de este año.

Ayman al-Zawahri. A su izquierda, Osama Bin Laden.
Ayman al-Zawahri. A su izquierda, Osama Bin Laden.

¿Cómo lo encontraron?

A finales de 2001, en medio de un intenso tiroteo con las fuerzas estadounidenses, Zawahri se había escabullido en la montañosa región fronteriza del este de Afganistán, nada menos que junto con el fundador de Al Qaeda, Osama bin Laden.

El paradero de Zawahiri se convirtió desde entonces en materia de rumores y especulaciones. Nadie sabía dónde estaba escondido.

Pero dos décadas después, cuando los estadounidenses abandonaron Afganistán a mediados de 2021, la CIA siguió una pista que dio con un piso en el barrio de Shirpur, en Kabul, donde los altos cargos afganos poseen mansiones.

Los miembros de una facción de los talibanes, que patrullaban la zona, sabían exactamente quién era su nuevo vecino.

La inteligencia estadounidense vigiló la casa, creando un “patrón de vida” basado en las idas y venidas de los ocupantes. Pusieron especial atención en un hombre que, por lo que pudieron comprobar, nunca se iba ni salía.

Los demás moradores, que se especula serían la esposa de Zawahri, su hija y los hijos de ella, tomaban medidas para evitar que los siguieran a casa cada vez que se aventuraban a salir.

Una “vieja técnica terrorista”, según contó al citado medio un alto funcionario estadounidense.

La casa parecía estar situada en una zona segura del barrio, detrás de un gran banco y de varios callejones vigilados, entre edificios gubernamentales.

De hecho, estaba a poca distancia del antiguo cuartel general del ejército estadounidense y de la embajada de Estados Unidos en el centro de Kabul.

Era la casa de seguridad de Ayman Al-Zawahri.

Al-Zawahri
Al-Zawahri

El “OK” de la misión

El pasado verano, luego que el presidente Joe Biden recibiera información sobre una posible ubicación de Zawahri, ordenó a sus asesores asegurar su identificación.

Y que, si lanzaban un ataque, solo mataran al terrorista.

Entonces, cuando se presentó una oportunidad, la inteligencia determinó que el balcón ofrecía la mejor chance.

Para Biden, el golpe es una importante victoria política y estratégica. Estados Unidos no solo eliminó a un terrorista connotado, también dio un cierre histórico a los atentados del 11-S.

Además, la operación de Zawahri prueba la efectividad de los ataques “en el horizonte” que, según Biden, permitirán a Estados Unidos frenar la amenaza del terrorismo en Afganistán sin tener que estacionar tropas allí.

En rigor, el ataque con drones fue el primero en Afganistán desde que las fuerzas estadounidenses abandonaron el país hace un año.

Según explicó el Post, el relato de la caza de Zawahri fue elaborado a partir de entrevistas con múltiples funcionarios estadounidenses, la mayoría bajo condición de anonimato.

Más que un simple operativo

Para la CIA, encontrar y matar a Zawahri era algo más que un operativo. Era una venganza. En 2009, siete miembros de la agencia, junto con otras dos personas, murieron cuando un hombre que decía tener información sobre Zawahri se coló en una base estadounidense en Khost, Afganistán, y detonó una bomba suicida.

Fue el ataque más mortífero contra la CIA en más de un cuarto de siglo.

En adelante las búsquedas habían resultado infructuosas, pero a principios de abril de este año la CIA informó de los últimos datos de inteligencia sobre el líder de Al Qaeda.

Fue cuando se informó al presidente de que Estados Unidos podría haber localizado a Zawahri.

Durante los meses de junio y julio, los equipos se reunieron para examinar la información, descartando cualquier alternativa razonable sobre quién podía esconderse realmente en la casa.

Los abogados del gobierno confirmaron la base legal de la operación, que es el conducto regular para los ataques con dron.

Zawahri tenía un “papel de liderazgo continuado en Al Qaeda” y había participado y apoyado atentados terroristas, dijo el alto funcionario. Se le consideró un objetivo legítimo.

A principios de julio, el personal de inteligencia ya había identificado positivamente a Zawahri y habían ideado una forma de matarlo solamente a él, sin daños colaterales.

El 1 de julio, Biden convocó una reunión en la Sala de Situaciones con asesores clave y miembros del Gabinete para repasar la información y el plan de ataque.

El director de la CIA, William J. Burns, se sentó a la derecha de Biden. Entre ellos había una pequeña caja de madera, que contenía una pequeña maqueta del piso de Zawahri.

El presidente examinó la maqueta e hizo preguntas sobre el plan de ataque. También preguntó si los funcionarios estaban seguros de haber identificado al terrorista.

“Pidió explicaciones sobre la iluminación, el clima, los materiales de construcción y otros factores que podrían influir en el éxito de esta operación y reducir el riesgo de víctimas civiles”, dijo un alto funcionario al Post.

Joe Biden anuncia la muerte de Ayman al-Zawahri a manos de la CIA.
Joe Biden anuncia la muerte de Ayman al-Zawahri a manos de la CIA.

Biden también pidió un análisis sobre las ramificaciones, en la región y fuera de ella, del lanzamiento de un ataque con misiles en el centro de Kabul.

El presidente también tenía en mente a un estadounidense cautivo: Mark Frerichs, un ingeniero civil estadounidense de 60 años y veterano de la Marina que fue secuestrado en Afganistán en enero de 2020.

Es el único rehén estadounidense conocido en el país. Los esfuerzos para traerlo a casa estaban en marcha, y Biden quería saber cómo el ataque podría poner en peligro su regreso.

Casi un mes después, el 25 de julio, Biden convocó una última reunión informativa.

Una vez más, el presidente presionó por los detalles sobre el daño colateral que podría causar el ataque a la casa de seguridad, dijo el alto funcionario.

Quería entender mejor la disposición de las habitaciones tras la puerta y las ventanas del tercer piso, donde se encontraba el balcón.

Biden pidió la opinión de cada uno de los asesores que participaron en la sesión informativa. ¿Debería aprobar el ataque? Todos dijeron que sí.

La cacería de Zawahri

Así, el pasado domingo 31 de julio, como estaba en los planes de la CIA, Zawahri salió a su balcón. Estaba solo.

A las 6:18 de esa mañana, un dron estadounidense disparó desde el cielo dos misiles Hellfire.

El dron
El dron

La clave para mantener viva a la familia de Zawahri parece haber sido la elección del arma.

En el pasado, Estados Unidos ha utilizado misiles para ataques de precisión cargados con apenas una pequeña cantidad de explosivos o incluso con ninguno, convirtiendo al Hellfire en una especie de enorme bala que destruye todo lo que alcanza.

Un funcionario dijo que creía que se había utilizado un Hellfire de pequeña munición con la fuerza explosiva de una granada de mano.

Las fotos posteriores del piso de Zawahri no muestran el tipo de marcas de quemaduras que normalmente se asocian a una gran explosión.

Inteligencia determinó que solo Zawahri fue asesinado. Su familia permaneció a salvo en el interior de la casa y ningún civil resultó herido en el exterior, aseguró un alto funcionario de la administración.

A pocas cuadras del lugar, los residentes y los comerciantes escucharon una fuerte explosión. Algunos dijeron que se habían asustado por el estruendo y el movimiento del suelo, mientras que otros dijeron que hacía tiempo que estaban acostumbrados a este tipo de ataques durante años de guerra.

“Todos los niños huyeron del sonido. No habíamos oído nada parecido desde que el antiguo gobierno estaba al mando”, dijo un oficial retirado del ejército.

Contó que el barrio de Shirpur estaba fuertemente controlado por los talibanes, y que cualquiera que ocupara una casa o una tienda tenía que proporcionar documentos e información detallada.

“La seguridad es muy buena ahora. Definitivamente no dejan que los extraños se instalen aquí”, apuntó.

Tras el ataque, miembros de los talibanes trataron de ocultar la presencia de Zawahri en el piso, restringiendo los accesos a la casa de seguridad y a sus alrededores durante varias horas, dijo el alto funcionario estadounidense.

Trasladaron a la esposa del terrorista, a su hija y a sus hijos a otro lugar.

Hoy, la casa que antes albergaba al jefe de Al Qaeda está vacía.

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