Las manías que mostró Nadal en el ATP de Viña

Trastorno obsesivo compulsivo. Neurosis. Obsesión. Maniático. Ritualista. Llámelo como quiera. ¿Loco?
Si usted creía que su manía de no tocar las rayas de la acera o levantarse con el pie derecho para tener suerte en el día era sólo una locura suya, bastó con pegarse al televisor y ver durante esta semana que Rafael Nadal superará su “locura”. Y por lejos. Un tío plagado de tics, que repitió hasta el cansancio en su camino a la final del ATP de Viña del Mar.
¿A ver Rafita? ¿Y si tocas la raya del court, qué tal? ¿Vas a perder? Por ahora, el ritual le sienta bien. Además, en cada punto que hace muestra los bíceps de fisicoculturista, un sello de sus celebraciones. La lata es que el ATP se aburrió de sus gestos, que al final terminan por demorar más de la cuenta los partidos. Ahora, si los hiciera Massú ahí sí que cerramos el duelo con once, cena y desayuno.
Al saque
Vamos por parte. El ritual se inicia con una ducha helada a una hora de sus partidos. Ya en cancha, comienza el derrame de obsesiones. Limpia la raya de saque, arrastrando el pie exageradamente, así como un cojo o herido de guerra.
Luego empieza a tocarse y la mano se despliega. Se acomoda el churrín. Hombro izquierdo, hombro derecho, nariz, aparta el pelo de la oreja izquierda, nariz, oreja derecha y pummm, el saque. Y ojo que hace lo mismo cuando recibe servicio.
El descanso
Termina el juego y de ahí parte el show camino a su asiento. No pisa las rayas, pone primero la toalla de forma ordenada, instala encima la raqueta y se sienta.
Y el ritual que se lanza después es digno para resucitar a Freud y desempolvar su diván: toma dos botellas de mineral. Una templada y otra helada. Toma un sorbo de cada uno. Se abre de piernas e instala los envases de forma alineada. Nunca, pero nunca las ha dejado desordenadas. Ah, y con la etiqueta orientada en la misma dirección.
Capte este datito: jugando por Copa Davis, sin querer pasó a llevar las botellas en un puntazo digno de su apellido. Se da cuenta de su "grave" error y se devuelva para pararlas y, obvio, a dejarlas en línea.
Ducha seca
Al término de cada set, despliega el espectáculo de la ducha seca. Se saca la polera y se pasa la toalla por todos lados, de un lado para otro. Primero el pecho, después la espalda. El hombre queda seco, casi olorosito.
Vaya uno a saber qué otros rituales se manda en la intimidad de su hogar. Lo claro que es la obsesión va de la mano con su éxito.
Ahora, si usted cree que Rafita está loco, vaya copiándole las manías: ha ganado 11 Grand Slams y tiene 5o títulos en su carrera. Por eso si lo vemos sacándose el calzoncillo del traste, no le vamos a decir nada.
Resultado
En otro aspecto, Nadal no se la pudo en la final ante el che Zeballos.
Esto, porque cuando tenía que mostrar sus mejores golpes guateó y terminó perdiendo ante un inspirado Horacio Zeballos (73º), con parciales de 6-7, 7-6 y 6-4.
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