Las mujeres también aterrizamos en la Luna

Cuando el 20 de julio, el hombre llega a la Luna y transforma este hito en la más asombrosa transmisión de televisión en vivo de la historia, no muchos alcanzaron a dimensionar lo trascendental del paso dado por el hombre.

Han pasado 50 años, y el hecho continúa vivo, latiendo en las conciencias. La fascinante cobertura del aterrizaje, capturada por la pantalla chica, trajo imágenes e ideas que hasta entonces eran impensables.

De partida, la Luna no tiene fuerza de gravedad. Tampoco agua. Es un astro opaco, sin luz propia, que gira en torno a la Tierra y en muchos casos mutiló cientos de teorías y dio origen a una serie de anécdotas que, de vez en cuando (cada 50 años), vale la pena recordar.

El motivo de esta columna tiene una razón específica. Hace 50 años, con motivo del episodio lunar, una mujer en carne propia sintió la discriminación. Y con el tiempo se transformó en líder de las féminas sin voz.

Fue la primera ingeniera en el centro de control de las misiones Apolo. Frances Northcutt era una matemática de 25 años, cuando hizo historia.

En 1968, "Poppy", como le conocían, tomó el control de las misiones de la NASA. De sus cálculos dependía directamente la trayectoria que las naves espaciales debían seguir para regresar de la Luna. Eso fue exactamente lo que sucedió con Apolo 11, que el 16 de julio de 1969 partió con los astronautas y los trajo de vuelta a la Tierra 8 días después.

A pesar de su trabajo pionero, la discriminación enfrentada por Northcutt la llevó a cambiar de rumbo y dedicar su energía a otra misión: defender los derechos de las mujeres.

Para ello, dejó el mundo de la ciencia. Estudió Leyes y dedicó su vida a luchar por la igualdad de género. Cansada de escuchar los comentarios sobre el peinado o el vestuario de una candidata a cualquier cargo, decidió dar un giro a su vida.

Como pueden ver, la llegada del Apolo 11 a la Luna supuso un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la humanidad, y un hecho decisivo para nosotras las mujeres, que seguimos batallando contra la discriminación, el abuso y el acoso, 50 años después.

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