Marlys Möller Gimper repasa su vida y no puede evitar sentirse satisfecha. Hoy en día es gerenta del Hotel Nicolás de Temuco y acaba de recibir el premio a la Excelencia de Servicios y Sello Turístico entregado por Sernatur y Aenos (Agencia Española de Normalización y Certificación).

Este reconocimiento coronó 20 años de esfuerzos, lo que la tiene con el pecho inflado por el orgullo. Desde los 14 años que está vinculada con el mundo hotelero, así que no es novedad que ahora esté al mando del único hotel en el sur de Chile con esta distinción.

- ¿Cómo comenzó en este rubro?

- Fue en el año 1957, estaba haciendo reemplazos en una librería, cuando el dueño del Hotel Bornier de Osorno, me ofreció trabajo en su local. Este cambio marcó mi vida, pues era una época en que la mujer estudiaba  humanidades o se quedaba en casa. Mis padres, ambos agricultores, vieron con recelo mi decisión, sin embargo me la jugué para aprender todo lo que significa la atención en un hotel.

- ¿Qué hizo?

De todo, fui gobernante, jefa de compra, adicionista (encargada de cuentas) y termine en la recepción.

- ¿Y después?

- Me gustó mucho ese trabajo y me fui al Hotel Peulla en el Lago Todos Los Santos. Ahí estuve poco tiempo, porque don Julio Recordón, gerente del Hotel Bornier de Osorno, me ofreció, en 1964, venirme a Temuco para administrar el Hotel Frontera. Primero, viajé todos los meses al sur, pero en 1966 me quedé en La Araucanía definitivamente.

NEGOCIO PROPIO

En Temuco, Marlys se inició en la recepción del conocido hotel Frontera. Tiempo después asumió la gerencia y, en 1988, con harto carrete, se puso con su negocio propio. En septiembre arrendó el Hotel Nicolás.

- ¿A que atribuye su éxito como mujer al mando de un hotel?

- Para mí es un logro, porque no estudié hotelería, pero en base a mi esfuerzo y el cariño que siento por este trabajo, alcancé logros como el Premio a la Excelencia.

- ¿Y qué se puede decir respecto a trasmitir lo aprendido?

- Soy una  persona que le gusta transmitir lo que sabe. De hecho hay una niña egresada de Inacap, que sigue mi camino en la administración del hotel. Creo que es necesario que comparta la receta de mi éxito. Lo digo también para el resto de los servidores hoteleros y turísticos, que en la unidad está la clave, para ofrecernos como una región en conjunto.

- La tiene clarita. ¿Y qué pasa con la familia?

- No tengo descendencia a quien enseñarle. Me separé muy joven y no tuve hijos. Mi núcleo familiar son mis sobrinas nietas que estudian en Temuco. Por desgracia, ninguna de ellas se interesó por la hotelería. Me habría gustado que ellas tuvieran el espíritu de servicio hotelero, para traspasarles lo que yo aprendí en la vida.

- Me imagino que si volviera a nacer, haría lo mismo.

- ¡Sin duda! Me siento orgullosa de lo que hago, no me imagino haciendo otra cosa. A lo mejor, el campo podría ser una alternativa, pero es muy difícil cambiar después de todo lo que he recibido y entregado en este rubro. La hotelería es mi vida.

Miguel A. Carrillo