El recordado "Martín Vargas" busca a su madre: "Necesito cerrar el círculo"

Manuel González fue apodado como el boxeador tras recibir golpizas cuando era niño, protogonizó el primer capítulo de Informe Especial y se convirtió en ícono de la violencia contra los menores en los años 80.

Nadie puede vivirlo todo y cuando una persona asegura tener para cada caso una historia propia, impajaritablemente, se gana el calificativo de farsante.

Pero hay alguien que rompe la norma y que en forma increíble lleva en su cuerpo y en el alma las marcas de todos los males que es posible experimentar en una sola vida.

Hablamos de Manuel Antonio González Muñoz (43), y seguramente a pocos le suena ese nombre. Pero si decimos que se trata del niño apodado "Martín Vargas", el pequeño que protagonizó el primer capítulo de Informe Especial en los '80, viaja del recuerdo uno de los episodios más brutales de nuestra sociedad.

En ese capítulo se trató el maltrato a los niños y Manuel se trasformó en un ícono. En aquella época, no se ocultaba el rostro de los menores, por ello se pudo apreciar los vestigios de las bestiales golpizas de las que fue víctima hasta los ocho años, cuando llegó al primer hogar donde en definitiva creció.

¿Por qué te pegaban?

- Pregunta el periodista en el reportaje, él dice que no lo querían como a su hermano y al final susurra que no espera nada (de la vida quizás).

Duro pasado. Manuel se contactó con La Cuarta, porque después de haber pasado por vivir en la calle, alcoholismo, drogas y haber estado en la cárcel, donde se pegó la tuberculosis, aún tiene la esperanza de ser feliz. Quiere hallar a su madre biológica.

- ¿Por qué quiere encontrarla. Usted dijo que ella fue quien lo golpeó'?

- Bueno, la verdad es que la historia que salió en el programa cuando yo era chico, no es toda cierta. Mi madre nunca me golpeó y no conocí a mi padre, tampoco vine de Temuco en un portamaletas. La familia de mi padrastro me dijo que me llamaba Manuel González y que venía del sur, yo repetí esa historia hasta los 18 años, cuando me di cuenta de lo que me habían hecho.

- Entonces, ¿quién fue?

Los padres de mi padrastro eran los que me pegaban. Recuerdo que una vez me dejaron en el patio todo el día y yo tenía mucha hambre, así que me metí por una ventana a la cocina y me comí con la mano unos tallarines. Cuando regresaron me pegaron patadas y combos.

- Y tu madre, ¿dónde estaba?

No sé, poco recuerdo de ella. Sólo sé que se llamaba Rosa y que vivíamos en un campamento en Quilicura cuando conoció a mi padrastro. Tuvo a mi hermano Marcos y luego se fue porque peleó con otra mujer, nunca más supe de ella. Yo me quedé con la familia de mi hermano hasta los 8 años más o menos y fue ahí cuando me masacraron. Me colgaban como si fuera una piñata y me apaleaban.

- ¿Cómo salió de ahí?

- La mujer más vieja que vivía ahí me tenía pena y ella un día me sacó para llevarme donde mi mamá. En Mapocho yo me perdí entre la gente y anduve por ahí todo un día hasta que me caí de una micro. Una pareja me recogió y me llevó donde los carabineros.

- ¿Ahí ingresó a la Casa Nacional del Niño?

Sí, de ahí pase entre hogares y cuidadores hasta los 18 años cuando salí. Viví de todo, pero hay una sola cosa que me acompañó siempre, la soledad. Eso sí, en el hogar me inscribieron en el Registro Civil para que yo pudiera ir al colegio. Me pusieron al tiro en tercero básico y yo ni siquiera sabía tomar el lápiz.

- ¿Entonces usted sabía cómo se llamaba?

- Me conservaron el Manuel González y me inventaron el segundo nombre y apellido. También me calcularon la edad.

- ¿O sea, nunca ha tenido un hogar?

Sí, si tuve una a los 28 años cuando me acogió una familia evangélica. Mi mamá Ana me dio amor hasta que murió hace dos años. Después de eso volví a caer al abismo, me volví a enfermar de tuberculosis y me descubrieron VIH. Los que me querían me dieron la espalda.

Ayuda

- ¿Su familia por adopción?

Sí, y lo que más extraño es a mi Patricia que es como en una hija mía, era nieta de mi mamá Ana.

- Cuando niño le preguntaron si quería algo. Dijo que no. ¿Ahora?

Quiero ser feliz y estoy seguro que mi madre me aceptaría tal como soy, por eso la busco. Yo sé que los vecinos a alguno de los niños con los que yo jugaba se pueden acordar de mí, les pido que me ayuden...necesito encontrarla para cerrar el círculo.

-  ¿Sólo eso?

(Se ríe) También quiero despegar, tener una casita y vivir con la mujer que encontré y que me acompaña hace unos meses. No quiero plata, quiero oportunidad.

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