¡Megacataclismo! La Tía Olga cerró por el terremoto

Al borde del toque de queda y sobrecargados de pasión periodística, llegamos hasta el viejo portón rojo de Ongolmo 1153, donde vive y reina desde hace más de 50 años la legendaria Tía Olga.
La misma que según el vecindario, no se pudo sobreponer jamás a la muerte el año pasado de su única hija y cayó en una profunda depresión. Tres gentiles doncellas, tomando el sol entre réplica y réplica sobre el capó de sus automóviles, al observar con la viril decisión con que llamábamos a la puerta del prostíbulo más famoso de Chile, se apresuraron en advertirnos: "Jóvenes, si vienen a atenderse, no estamos funcionando".
Una gentil campanillera, que al percatarse de que éramos periodistas por el largo y ancho tubo óptico que colgaba desde la entrepierna de Pato Lepín repitió la consigna: "Váyanse, todo está parado y para colmo se nos cayó la muralla".
- ¡Señora! Exigimos saber cómo se encuentra nuestra recordada Tía Olga, tras este tremendo rebencazo.
-Ella está bien, no le pasó nada. Lo único que ocurrió es que se cayó una pandereta y se rompieron algunas cosas.
- ¡Queremos cerciorarnos! ¿Usted nos permitiría conversar con ella?
- No, ella ya no habla con nadie. Está en otra. Es como una guagüita que se pasa el día mirando al techo y hay que hacerle todo. Yo soy la encargada de cuidarla. Es otra gente la que está a cargo del negocio, pero ellos no dan entrevistas.
- ¿Ella sintió el terremoto?
- ¡Qué lo va a sentir! No sabe ni dónde está. Como le digo, se la pasa mirando al techo.
- ¿Cuántos años tiene?
- Tendrá unos ochenta.
Al escuchar la conversa, uno de los maestros que retiran los escombros se acercó para meter la cuchara copuchenta.
- ¡Chist! Por fin después de ochenta años está mirando al techo, porque la única vez que miró para abajo fue cuando le cambiaban los pañales. El webeo aquí sigue compadre, pero habrá que esperar que vuelva la luz y el agua y se terminen las réplicas, ¿no ve que con tanto zangoloteo nadie duraría más de un minuto?
Según la cuadrilla de rescate, entre retirar escombros y levantar el muro van a pasar por lo menos tres semanas, lo suficiente para que se entibien las poncheras. Un poco más lejos, en Avenida Colón a la altura del 9000, la competencia de la Olguita, el épico "Portón Verde", también se encuentra momentáneamente fuera de servicio por motivos de catástrofe sísmica. Su administrador, a quien sus amigos llaman Ronny Palma, dijo que a la hora del sismo ya no quedaba nadie combatiendo en los 24 rings de cuatro perillas que tiene en su gimnasio.
"Aquí atendemos hasta las 2.00, así es que para el terremoto todos habían acabado".
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