Miguelito: "Por culpa de esta aguja no puedo jugar a la pelota"

"Muchas veces Miguelito llora y se acurruca a mi lado preguntándome 'por qué por esta maldita aguja no puedo jugar a la pelota con mis amiguitos del pasaje'", relató Pamela Muñoz, mamá del pitufito de ocho años que tiene una aguja incrustada en el cerebro tras una visita al dentista.
El 17 de febrero de 2006 el peque Miguel Muñoz se atendía en el consultorio Santa Laura, de El Bosque, cuando la aguja con la que la doctora le ponía anestesia para taparle una caries se quebró y la mitad del metal le quedó dentro de la mandíbula.
"La odontóloga dijo que la aguja se quebró porque el niño se portó mal y se movió mucho. Además, argumentó que venían falladas de fábrica. Ella reaccionó como que fuera lo más normal del mundo, pero yo no me quedé tranquila", recordó la afligida madre.
Pamela asegura que del consultorio la mandaron al Hospital Roberto del Río, donde al pitufo le pegaron una mirada loca, y luego la derivaron al Barros Luco, recinto en que el especialista maxilofacial le dijo: "Mamita, quédese tranquila. Esa aguja no se va a mover".
El instinto maternal de la mujer la llevó a seguir hinchando por la salud de su retoño, hasta que en 2008 pidió una radiografía de la boquita de su hijo y, ¡oh sorpresa!, la aguja había desaparecido. El doctor que la atendió le comentó que lo más probable sería que el niño botó la aguja sin darse cuenta, ya sea por la boca o después de ir al baño. Ella no compró.
"Le saqué un e3scáner por las mías y cuando me informaron que la aguja perdida se había alojado en el cerebro de Miguelito casi me muero", contó la madre entre lagrimones.
"Ahora mi niño no puede recibir el menor golpe en la cabeza, porque sufriría un derrame cerebral", explicó aterrada.
Ahora Pamela sólo implora que operen al chicoco y que su vida vuelva a ser normal.
Imperdibles
Lo último
18:28
16:21
16:15
15:58
15:52











