Milagroso guante del Padre Pío se palatea con chilenos

El Padre Pío de Pietrelcina es uno de los santos más populares del siglo XX. Nadie discute sus milagros curativos ni tampoco su alivio a los enfermos. Y por esas gracias del Espíritu Santo, en Chile tenemos hoy un pedacito del generoso santo italiano.
Aunque no lo crea, en la Parroquia Capuchinos, en Catedral 2345, Santiago Centro, hay una reliquia del sacerdote: Uno de sus guantes con los que tapaba sus estigmas milagrosos.
El superior de la Casa de los Capuchinos, Fray Héctor, nos regaló el inolvidable momento de ver el vestigio del Padre Pío.
"Para nosotros es muy importante tener un objeto así, porque acerca al Padre Pío a su gente. Él siempre ayuda a los enfermos y tenemos mucha gente agradecida porque ha curado a sus hijos y familiares", contó el religioso.
"La gente lo único que tiene que hacer es venir el martes a las 19 horas a una misa. Media hora antes y media hora después se puede ver la reliquia y pedir por los seres queridos", contó Fray Héctor.
DOLOR
Pero no crean que el guante del Padre Pío quedará ahí. También saldrá de viaje a otros lugares para que mucha gente pueda verlo y profesarle su fe al santo italiano.
El propio Fray Héctor nos contó un poquito más de quién fue este gran hombre.
"El guante que tenemos en nuestra casa el Padre Pío lo utilizó el 20 de septiembre de 1967. Casi un año después, un 23 del mismo mes, nuestro santo murió, por lo tanto es algo muy significativo para nosotros", narró el curita.
"Cuenta la historia que un día le preguntaron al Padre Pío si le dolían los estigmas. 'Claro que duelen', contestó él con mucho humor para disimular su sufrimiento", agregó Fray Héctor a La Cuarta, la piadosa.
"A él le dolía mucho y este sufrimiento que sentía lo hace un santo muy cercano a la gente", indicó.
LLAGAS
En 1911, a los 24 años, el Padre Pío comenzó a sentir cosas extrañas en su cuerpo. En sus manos, en sus pies y en sus costillas aparecieron los estigmas, iguales a las marcas que la Crucificción dejó en Jesucristo. Asustado, el santo le envió una carta a su superior.
"Algo pasó anoche que no puedo explicar. En la mitad de mis palmas apareció una marca roja del tamaño de una moneda. Además me duele, sobre todo la mano izquierda. Todavía puedo sentir el dolor, lo mismo bajo mis pies", escribió de puño y letra, dando las primeras señales de sus estigmas milagrosos, los mismos que cubrió con el guante que se puede ver en la parroquia de los Capuchinos.
Según Fray Héctor, el Padre Pío utilizaba estos guantes para disimular sus llagas.
"Los estigmas tenían un perfume muy especial, pero sangraban continuamente, por eso el Padre Pío debía utilizar vendas y, sobre ellas, el guante, para que así la gente no se impresionara tanto al verlo", narró el padrecito.
Una bella historia que ahora los chilenos tenemos cerquita y para siempre.
BUENO DESDE JOVEN
El Padre Pío fue milagroso y buena onda desde chiquitito.
Según cuenta la leyenda, a los 10 años sanó a un pergenio en una peregrinación y desde ese momento vivió éxtasis religiosos y visiones permanentes.
Además de los estigmas, el santo italiano tenía el don de la bilocación: Podía estar en dos partes al mismo tiempo.
San Pío de Pietrelcina fue canonizado el 2002 por el Papa Juan Pablo II y sus restos fueron exhumados hace 19 días. El cuerpo estaba incorrupto.
Ramiro García S.
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