Monstruo de Lolol convirtió la zona en "atractivo"

Un año se cumple hoy desde que el país se horrorizó con el macabro crimen de la profesora de educación física María José Reyes en la comuna de Lolol, a manos del Óscar López Rodríguez, quien armado con un hacha y un estoque decapitó a la docente frente a sus hijos.
Luego de ser abatido por la policía del retén de la localidad, se supo que el asesino también había matado a Juan Duarte, a quien sus familiares habían dado por perdido dos días antes.
"Todo esto marcó un antes y un después en Lolol. Esto escapa a nuestra idiosincrasia, a nuestra forma de vivir; somos una localidad que nos golpeó enormemente. Hemos visto cómo mucha gente que ni siquiera conocía la comuna ha venido por este hecho sangriento y lamentable, y luego ha quedado maravillada con la comuna tiene", aseguró el alcalde de Lolol Marco Marín (de negro en la foto)
”Se han contado varias historias en torno a este caso, como que López había pedido el rodeo de acá para batirse a duelo con espadas junto a otro sujeto, pero eso no es efectivo”, precisó el edil.
Son estas mismas historias y la extraña vida que llevaba López lo que llama la atención de la gente que visita Lolol, distante a 33 kilómetros de Santa Cruz, en la Región de O'Higgins, por lo que sus habitantes deben darse su tiempo para responder a los curiosos afuerinos.
Mario Bravo atiende su restaurant "El Trigal", justo frente a la casa del crimen, por lo que debe ponerle pausa a sus actividades cada vez que un comensal le pregunta por estos sangrientos crímenes.
“Después de los crímenes tuve que cerrar más de quince días, pero la vida continúa y tuve que abrir. La gente viene y consume en mi restaurant; entienden que este fue un hecho puntual y como fui el primero en llegar me siguen preguntando por detalles”.
“Hay gente que ha propuesto quemar la casa, pero la casa no tiene la culpa. Hasta han querido hacer un santuario acá, algo más bonito, pero eso pasa por los dueños que viven en Santiago”, contó Bravo.
Animita recuerda a las víctimas del demente
Don Mario cuenta que hay ocasiones en que la gente deja velas en señal de respeto a las víctimas. "Pero demasiadas", precisa.
"Ahora estamos en invierno y está húmedo, pero en verano ya veía que en cualquier momento se provocaba un incendio. Hace poco alguien puso esta especie de animita improvisada con una imagen de la señora que falleció, por lo que viene harta gente a rezarle", soltó Mario.
“Acá no penan. Como vivo sólo acá en el restaurante me he parado frente a esa casa y no pasa nada. Además, no creo en esas cosas y mis vecinos también piensan lo mismo. Le tengo más miedo a los vivos que a los muertitos”, aseguró Bravo.
Similar opinión tiene la enfermera Marta Orozco. "Paso todas las mañanas frente a esta casa y nunca he sentido ruidos extraños, aunque después de ocurrido estos crímenes tenía mucho miedo".
“Los más cristianos vienen y dejan sus velitas, y no sólo para las víctimas, sino también para el victimario, ya que cuando vino el obispo Goic aseguró que hay que rezar por los tres fallecidos”, agregó Marito.
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