Nahim pone todos sus "huevitos" en venta

En Argentina tiene el mote de "Bragueta", "Pelota de fútbol de camión" le dicen en Brasil, "Tarro de yogur" en Francia, pero en Chile es conocido popularmente como "Huevito".
Se trata del popular BMW Isetta, un microauto que tiene 58 años seduciendo a los amantes de las tuercas.
Uno de los que alucina con esta joyita es Nahim Tapia (48), quien labura como gestor inmobiliario, pero que no deja de pensar ni un segundo en los tres modelos 300 que tiene fondeados en el taller de un amigo.
Huevero desde cabro, nos contó que a los 12 añitos le hizo cambio de luces a este carro.
"Me subí a ese auto y me llamó la atención, porque todo está en la parte de adelante, tiene una manilla, se abre y se gira el volante. No tiene puertas ni nada. Eso lo encontré muy atractivo y desde ahí que quise comprarme uno", afirmó.
Seguro que el italiano Renzo Rivolta nunca imaginó en 1953 el furor que tendría su modelo cuando craneó la idea para darle más brillo a su empresa motora.
El boom en Chilito fue inmediato y los "huevitos" llegaron por montones. Cache que entre 1958 y 1964 había mil Isetta dando vueltas por las calles. Uno de los afortunados que alcanzó a comprar uno fue Nahim.
"Los autos que tengo son de los años 1959 y 1960. En esa época se vendían hartos, pero hoy se ven muy pocos en las calles. Para mí son una reliquia", confesó.
El primero lo compró en la Isla de Maipo, el 2007, aunque tuvo que darle una manito de gato porque no le partió el auto.
"Le faltaban piezas, así que gasté harta plata arreglándolo y quedó como nuevo", aseguró.
Pero el fanático de los fierros sintió que aún no estaba perfecto y partió a comprar otro igualito, según nos contó: "Lo hice para sacarle piezas y después, para arreglar el segundo, me compré el tercero. Al final, los fui completando todos".
Chocho con sus dos tocos celestes y uno rojo, el coleccionista tomó una decisión que le duele en el alma: vender los tres por seis palitos.
Todo porque necesita pagar los estudios a dos de sus hijos, que aún están en la universidad.
"En estos momentos necesito ese dinero para la educación de mis hijos. Las tuercas son mi pasión y esos vehículos mi mejor reliquia".
Reconoce que lo han llamado más de 65 personas preguntando por sus joyitas, pero él aún no las vende.
"Tengo que decidir luego. Es difícil despegarse de algo que amas tanto. Yo tengo tres hijos y mi sueño era dejarles uno a cada uno", relató.
Sabe que tiene los días contados para estar con su auto preferido y recuerda con cariño cada vez que sacaba a pasear a su familia en este particular vehículo.
"Toda la gente se acercaba y quería sacarse una foto. Ya no se ven de estos autos. Salir a la calle era un show, todo el mundo lo miraba", confesó.
El "huevito" cuenta con un techo de lona, parrilla para el equipaje y el motor completo. Sólo falta echarle sal...
Y si es de los que cree que estos vehículos andan más lentos que una tortuga, Tapia nos juró que "es un mito. No son lentos, son como cualquier otro auto".
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