Así operan los piratas que han robado 175 mil ostiones en Caldera

Hampones acuáticos arrastran jaulas de cultivo para llevarse el cotizado molusco. Actividad productora ha decaído por los delitos y muchos buzos ya han quebrado en la Región de Atacama.

Como verdaderos piratas, apropiándose del trabajo ajeno, una banda de delincuentes de altamar tiene de caseros a los productores artesanales de ostias de la comuna costera de Caldera, en la Región de Atacama, donde en lo que va del año les han robado un total de 175 mil unidades de este caro molusco.

"Actúan en grupos de dos o tres personas, donde tienen definidas sus funciones. Se acercan a las jaulas de sembrado de ostiones, que se llaman linternas, y las atan para luego arrastrarlas para vaciarlas por completo", señaló a La Cuarta Alejandro Montero, presidente de la Asociación de Acuicultores y Profesionales de la Acuicultura de Atacama.

Se trata de buzos especializados, los que muchas veces no usan tanque de oxígeno (apnea) para robar la producción local, que se ubica, por lo general, entre 400 y 500 metros de la orilla, por lo que fácilmente llegan nadando a estas jaulas.

"En lo que va del año hemos recibido tres denuncias por robo de ostiones desde las linternas de producción. Estamos realizando mesas de trabajo entre el Sernapesca, Carabineros y la Armada para dar con los responsables", agregó el teniente de la Armada, Álex Jeldres, capitán de puerto de Caldera.

El kilo de ostiones puede llegar a comercializarse hasta en 15 mil pesos, por lo que a los hampones se les hace atractivo el botín: lo pueden reducir en 9 ó 10 mil pesos, sobre todo en fines de semana largo o época estival, cuando abundan los turistas.

Destructores

Según contaron los afectados, los delincuentes amarran las jaulas a embarcaciones o camionetas y las llevan a la orilla aprovechando la oscuridad de la noche. Como estas están cerradas las destruyen para sacar los moluscos, dejándolas inutilizables para futuras siembras.

"Cuando actúan estos sujetos rompen las linternas y las dejan inutilizables, además de cortar las líneas de sistema, lo que conlleva un efecto colateral que es el desempleo", explicó Erick Burgos, encargado regional de acuicultura del Servicio Nacional de Pesca (Sernapesca).

"Muchos de estos artesanos del mar abandonan la actividad debido a los altos costos de reponer, o también como se trata de pequeños emprendimientos se ven en la necesidad de despedir gente para recuperar los costos. Es un tema grave en la zona", dijo Burgos.

"Entre las medidas que tomamos está aumentar los patrullajes en las zonas afectadas y recomendar el contrato de vigilantes de confianza para evitar dateos a estas bandas", indicó el capitán Jeldres.

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"Hago un llamado a la gente a no comprar ostiones en lugares no establecidos, ya que están matando un oficio que da trabajo a varios artesanos del mar en el país", contó el acuicultor Montero.

Hasta el momento no hay detenidos; sin embargo, los afectados han debido recurrir a cámaras de seguridad, guardias privados y luces de emergencia.

El sueño del ostión chileno que se esfumó

Las primeras empresas productoras de ostiones se fundaron a principios de los 90 en las regiones de Atacama y Coquimbo, debido a lo ideal de su clima y aguas. Esto llegó a dar trabajo al 70% de los habitantes de estas costeras comunas, por lo que se vivía un panorama económico próspero.

Sin embargo, tras la irrupción del ostión peruano el sueño del ostión chileno se fue derrumbando, ya que el producto del vecino del norte se comercializaba a casi mitad de precio, por lo que muchas empresas y emprendimientos artesanales tuvieron que cerrar o quebraron, situación que se mantiene hasta hoy.

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