Si viaja en el lanchón de Julio Olea Vergara (49), mientras lanzan los fuegos artificiales de Año Nuevo en Valpo, no se prive. Si quiere cómase una olla de lentejas con longas y caliéntese por dentro con 50 litros de champaña, porque la embarcación tiene hasta baño químico.

Hace 30 años que Julillo es lanchero del muelle Prat y este año decidió enchular al máximo su máquina para esperar el cambio de calendario.

El porteño se la jugó y ofrece toda la comodidad de su joyita "Sangua I", que compró hace 20 años en 8 palitroques a un coreano, para ver en medio de la bahía las casi 4 toneladas de fuegos artificiales que se lanzarán la noche del 31 de diciembre.

Julio, conocido como un hombre previsor en los cerros de Valparaíso, decidió instalar el guáter por si alguno de sus pasajeros se pasa de copas o de comida.

El hombre es entero ecológico y dice que con su inversión ayuda a no contaminar el mar con submarinos de dudosa reputación.

"El mismo 31 le pongo baño químico, con cortinas negras para que no se vea nada. Lo pongo dentro de la cabina y después limpiamos todo al otro día", explicó el lanchero.

Para que la nave se vea bien enchulada y con toda la onda cotillón, también la adorna con serpentinas, globos y luces.

Gracias a que tiene tiquitaca su joyita, desde principios de diciembre que lo han contactado, principalmente desde la capital, para hacer la reserva correspondiente y no perder un lugar en la bahía.

El patrón de la Sangua I pide que le depositen la mitad del pasaje a su cuenta bancaria personal y luego, entre abrazos y festejos, pegará el palo con el resto de la deuda.

Ahora sólo espera que 11 capitalinos le confirmen la reserva para tener cartón completo y planificar la compra de papel higiénico necesario para estos menesteres.

El hombre que recibe el nuevo año trabajando junto a sus fieles ayudantes, se podría echar fácil un palitroque al bolsillo durante la noche. Claro que debería transportar cerca de 50 almas y él no quiere llevar más de treinta, para tener un viaje tranquilo y que todos los pasajeros vuelvan a puerto.

Es que aún tiene grabado en su memoria el accidente ocurrido durante los festejos del Bicentenario, cuando una lancha se dio vuelta por cargar con más gente de lo que debía.

"Tengo capacidad para 42 personas, pero llevo 30 no más, para tener a la gente cómoda, no tan apretada y pueda celebrar tranquila, sin tragedias posteriores que lamentar", sostuvo el lobo de mar.