#Quienhizomiropa: iniciativa busca exigir a marcas que cumplan estándares laborales

Se cumplen siete años de la peor tragedia en la historia de la industria textil ocurrida en el edificio Rana Plaza de Bangladesh.

Este 24 de abril se conmemoran siete años del derrumbe del edificio Rana Plaza, un taller textil de ocho pisos, que provocó la muerte de más de mil personas. Hasta hoy es recordado como la peor tragedia en la historia de la industria textil.

El edificio Rana Plaza estaba ubicado en las afueras de Dhaka, capital de Bangladesh, el cual presentaba serios daños estructurales. Los trabajadores venían alertando durante días de la situación, e incluso habían solicitado no trabajar hasta que se les asegurara que el edificio no corría peligro de derrumbe. Sin embargo, fueron obligados a iniciar sus labores ya que los pedidos de las grandes marcas internacionales obligaban a no detener la faena: 1.134 personas murieron y más de dos mil resultaron con heridas de diversa gravedad. En su mayoría correspondían a mujeres.

Las malas condiciones laborales, la precariedad del edificio, la nula fiscalización por parte de las autoridades de gobierno, así como la dura indiferencia de los gigantes de la moda mundial, que tenían contratos con esta fábrica, impidieron alertar, prevenir y evitar lo que hasta hoy ha sido una de las mayores tragedias laborales de la industria textil.

Covid-19: la nueva tragedia textil

Después de la tragedia de Rana Plaza poco o nada ha cambiado en Bangladesh. En la actualidad, las fábricas textiles continúan en situaciones precarias, con malas condiciones de infraestructura, bajos sueldos, trabajo infantil, entre otros factores, pero además se suma uno de los peores escenarios: la crisis económica y sanitaria producto del virus COVID-19.

El pasado 5 de abril, una vez finalizado los 10 días de confinamiento impuesto por el gobierno para frenar el contagio del virus, los trabajadores textiles regresaron a sus faenas. Sin embargo, miles de ellos no pudieron cobrar su sueldo e incluso fueron despedidos. El estado de confinamiento se reanudó y con ello el cierre de las plantas y el quiebre de inmediato de cientos de fábricas, las que se encuentran con la suspensión de pedidos por parte de las grandes marcas de ropa.

Sólo en Bangladesh operan alrededor de cuatro mil fábricas textiles, de estas, 1.145 han sido monitoreadas por Bangladesh Garment Manufacturers and Exporters Associations (BGMEA), quienes informaron que sólo en este grupo de empresas se han cancelado/suspendido exportaciones por $3,7 billones de dólares y 2,27 millones de personas han quedado sin empleo. Se estima que esta cifra puede alcanzar a 4,1 millón de personas, al contabilizar el trabajo indirecto.

El Worker Right Consortium (WRC), en conjunto con Center for Global Workers Rights (CGWR) publicaron una plataforma con el listado de empresas que están pagando a sus proveedores y las que no lo están haciendo, llamado Covid-19 Tracker, con el fin de promover buenas prácticas en este rubro. Marcas como Adidas, H&M, Inditex, Kiabi, LPP, Maks&Spencer, Next y Nike, entre otras son parte de las empresas que se han comprometido a pagar en su totalidad los pedidos realizados y los que están en producción.

Un nuevo comienzo

Como resultado del fatal accidente ocurrido en Rana Plaza, surgieron diversos movimientos que luchan hasta el día de hoy por mejorar las condiciones de trabajo, estableciendo como base los principios de la Organización Mundial del Trabajo (OIT).

Worker Right Consortium (WRC): realiza investigaciones independientes y publica informes sobre las fábricas que producen las marcas más importantes del mundo y así mismo ayuda a los trabajadores de estas fábricas para poner fin a los abusos laborales y defender sus derechos.

Clean Clothes Campaign (Campaña Ropa Limpia): ONG compuesta por sindicatos y personas consumidoras que luchan para mejorar las condiciones laborales de las personas que trabajan en la industria textil. Presente en más de 17 países de Europa, colabora con más de 200 organizaciones de trabajadores y trabajadoras en el mundo. Sus objetivos son mejorar las condiciones laborales, empoderar a los trabajadores de la industria de la confección y minimizar el impacto de la producción textil en el medio ambiente.

Fashion Revolution: nace con motivo de la tragedia del edificio Rana Plaza, liderado por Carry Somers y Orsola de Castro. Buscan generar conciencia a través de una "revolución pacífica". Son parte de esta red diseñadores, académicos, escritores, líderes empresariales, marcas minoristas, productores, fabricantes y consumidores de moda.

Durante esta semana lideran la campaña #QuiénHizomiRopa. Esta busca interpelar a las grandes cadenas de ropa con el fin de promover mejoras en toda su cadena de valor, incluyendo las fábricas textiles.

La idea es que con el hashtag se exija a las grandes marcas que informen quién hizo la ropa que se está comprando, además de pedir dónde se hizo, cómo y los impactos ambientales que producen fabricar esa ropa. A su vez, se puede exigir también una mejor calidad de materiales para asegurar mayor durabilidad y compromiso personal de disminuir el consumo textil.

*Valeria Olivari

Periodista, Máster en Comunicación y Marketing Digital en Universidad Autónoma de Barcelona. Consultora internacional en sostenibilidad y marketing digital

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